Sierra de las Nieves

Casarabonela se ilumina a la lumbre de los rondeles

Los moriscos encendieron sus capachos llenos de aceite para acompañar a la Virgen de los Rondeles, darle gracias por la cosecha de este año y pedirle por la del año que viene

Los vecinos de Casarabonela vivieron ayer una de sus noches mágicas del año y, como cada 12 de diciembre, víspera de Santa Lucía, encendieron sus capachos de esparto repletos del aceite ya prensado para iluminar las sinuosas y empinadas calles del pueblo, y acompañar a la Virgen de los Rondeles desde la ermita de la Veracruz hasta la iglesia de Santiago Apóstol.

Los moriscos, como así se conocen a los vecinos de este pueblo blanco de más de 2.700 habitantes enclavado a 40 kilómetros de la capital, en la comarca de la Sierra de las Nieves, cumplieron anoche con una tradición que se remonta al siglo XVIII, cuando los molineros acompañaban a la Divina Pastora en procesión para dar gracias por la cosecha obtenida. Durante siglos, lo hacían con los capachos desplegados, pero la combustión era más rápida. Por eso, desde 1974 se decidió que fueran enrollados para que aguantaran más tiempo encendidos.

Tras el parón sufrido a raíz de la guerra civil, la tradición se fue recuperando en la década de los 70, con el espíritu de la Transición, año tras año, hasta que en 1993 se creó la Asociación de Amigos de los Rondeles, que vela por preservar esta celebración, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional de Andalucía, a finales del año 2001.

El empuje de los miembros de esta entidad les llevó a suscribir un acuerdo con el Ayuntamiento de Casarabonela que permitió la restauración de la ermita de la Veracruz, sede de la Divina Pastora desde el año 2000.

Los rondeleros encienden sus capachos de esparto embadurnados de aceite. | ÁLEX ZEA

Los rondeleros encienden sus capachos de esparto embadurnados de aceite. / ÁLEX ZEA

Inicio de la fiesta

Anoche, una hora antes de la hora señalada, las Pastorales de la Asociación de la Virgen de los Rondeles anunciaban la celebración con su tradicional pasacalles, contagiando a propios y extraños el sentimiento de esta fiesta.

Hacia las nueve y media de la noche, con la pequeña plaza situada junto a la ermita de la Veracruz repleta de moriscos y visitantes, y los nervios a flor de piel, los rondeleros Francisco Galván Florido y Antonio Rubio González, que acompañan a la Pastora desde hace 40 años y junto a otros como ellos han transmitido esta devoción de generación en generación, dieron los toques de honor del trono de la Divina Pastora, que fue bendecida por el vicario de la zona el 11 de diciembre de 1999, con el nombre de María Santísima Virgen de los Rondeles, saliendo por primera vez en procesión al día siguiente, el 12 de diciembre de dicho año.

Los rondeles iluminaron las calles de Casarabonela. | ÁLEX ZEA

Los rondeles iluminaron las calles de Casarabonela. / ÁLEX ZEA

Momentos después el párroco Germán García Ruiz bendijo el fuego con el que los rondeleros encendieron sus capachos embadurnados de aceite para alumbrar las calles y acompañar a la Virgen hasta la parte más alta del pueblo, donde se encuentra la iglesia de Santiago Apóstol. Las calles de Casarabonela se hacían de día al paso de la comitiva, dejando coloridas estampas, con el fuego de los rondeles reflejados en las fachadas de las casas, el sonido de las castañuelas moriscas y el olor a aceite quemado, a fuego y devoción mariana.

Degustaciones

Tras llegar a la iglesia de Santiago Apóstol, la celebración se volvió más social en la plaza de Casarabonela, con la degustación de un buen chocolate caliente, los típicos tostones con aceite y los tradicionales buñuelos moriscos. La fiesta continuó a los sones de Dj Río.

La Virgen de los Rondeles salió en procesión. | ÁLEX ZEA

La Virgen de los Rondeles salió en procesión. | ÁLEX ZEA / alejandro gonzález. Málaga

Cierre de las fiestas

Los actos culminarán el próximo domingo, 17 de diciembre, con una misa a las 11 horas en la iglesia de Santiago Apóstol y la posterior bajada de la Virgen de los Rondeleshasta la ermita de la Veracruz. La fiesta continuará por la tarde con el concurso de pastorales y las entregas de premios.

Recogida la cosecha, los hombres del campo de Casarabonela pasarán ahora a tareas agrícolas menos gravosas que la recolección, como el abonado de la tierra y la tala, para que la madre naturaleza les vuelva a premiar con una buena cosecha la temporada que viene.