Dotada a la par de un ácido sentido del humor y de una particular ternura con sus allegados, Amparo Soler Leal, fallecida este viernes a los 80 años, ha marcado época en la historia del teatro y el cine español, en el que será especialmente recordada por su participación en siete películas de Luis García Berlanga.

Nacida en Madrid en una familia de actores, sus padres la internaron en un colegio de monjas para evitar que siguiera sus pasos, pero los genes pudieron más que la voluntad familiar y a los 15 años ya empezó a pisar las tablas, entrando después como "meritoria" en el histórico Teatro María Guerrero.

Allí se formó en el teatro clásico, un género que adoraba y que no abandonaría nunca, aunque su popularidad se disparó a partir de los años cincuenta gracias a sus papeles en el cine, donde recorrió algunos de los títulos fundamentales de la cinematografía española.

"¡Bienvenido, Mister Marshall!, "Novio a la vista", "Calabuch", "Los jueves, milagro", "Plácido", "El verdugo", "La gran familia", "La escopeta nacional", "Patrimonio nacional" o "La vaquilla" son algunas de las películas en las que Amparo Soler Leal dejó su inconfundible impronta.

El reconocido "genio" y humor socarrón de Amparo Soler Leal le fue como anillo al dedo a Luis García Berlanga para protagonizar sus mejores películas, en las que retrataba tanto a las clases populares como a los sectores dirigentes de la época franquista y la transición.

Aunque se la recordará en el cine como una "chica Berlanga", tal y como ella misma se consideraba, también trabajó con otros destacados directores españoles, como Luis Buñuel, Pedro Olea, Jaime de Armiñán, Fernando Fernán Gómez, Pilar Miró y Pedro Almodóvar.

Conservó siempre una visión irónica de la vida, y así en la presentación en 2006 en Barcelona de la obra teatral "Al menos no es Navidad", comentaba que llamaba al periplo "la gira de los Rolling Stones, porque llenamos todos los auditorios a los que vamos".

También en 2011 hacía gala de su fino humor cuando, al cumplirse un año de la muerte de García Berlanga, le dirigía una carta en la que le exponía: "Querido Luis: me parece que esto es lo último que te escribo. Aquí las cosas están fatal: los mismos chorizos, los mismos fantasmas... Siempre te he dicho que hiciste muy bien en marcharte".

Su vida profesional, social y familiar se movió siempre entre la gente del mundo de las artes escénicas, y así tras un primer matrimonio con el director y actor Alfredo Marsillach, se casó en segundas nupcias con el productor Alfredo Matas, el denominado "zar" del cine español, que fundó la Academia de Cine.

En su última entrevista concedida hace unas semanas con motivo de su 80 aniversario, Amparo Soler no desaprovechó la ocasión para mandar un "mensaje" a la Academia de Cine, a la que "agradecía" que "nunca" hubieran pensado en ella para un Goya de Honor", un galardón que sin duda mereció sobradamente.