No es fácil entender la gran manifestación que preparan los sindicatos para el 12-D. Trenes a su disposición, medias dietas para los que se apunten y todo con un objetivo por lo menos polémico: advertir a los empresarios para que no se aprovechen de la crisis. Vista la cosa desde fuera, suena a disculpa, a amaño, a jugarreta de unos dirigentes que, como no quieren enfrentarse a su mejor aliado, el Gobierno, tienen que abrir una válvula de escape por donde liberar la presión de un paro que no cesa y un malestar que va en aumento. Hasta ahora esas cosas las ha pagado siempre el gobierno de turno y si no, que se lo pregunten a Felipe González, sobre todo, pero también a Aznar. Se ve que el mundo cambia y que falta lo que falta para plantar cara a quien sea como hicieron en su tiempo un Marcelino Camacho y, muy especialmente, un Nicolás Redondo que se la jugó con su propio partido en el poder y luego pasó lo que pasó en una de las venganzas más tristes de la historia del socialismo. Pero eso ya no se lleva. Resulta infinitamente más cómodo y menos expuesto fletar autobuses y repartir bocatas/medias dietas para que los empresarios sepan de la fuerza sindical. ¿Pero qué empresarios, compañeros? ¿De quién estamos hablando o contra quién exactamente nos manifestamos?

Lo del empresario gordo fuma puros azote de la famélica legión obrera, ya no cuela. Aquí el gran empresario por número de trabajadores contratados, es la Administración, las administraciones, pero esas ni tocarlas. También están las grandes multinacionales que no parecen muy por la labor de asustarse por más trenes que se llenen porque en un mundo global, lamentablemente, les sobran las ofertas para localizar sus fábricas. Las multinacionales salen en las portadas de los periódicos, pero son pocas. La inmensa mayoría del empresariado español no tiene líneas aéreas sino talleres, tiendas, bares, pequeñas naves en polígonos industriales, líneas de crédito que ahora se les cierran y conocen a sus trabajadores y hasta a las familias de sus trabajadores. Eso son los empresarios que cubren el 80 % del empleo en España y que no tienen ni la capacidad para hacer un ERE.

Estas cosas conviene decirlas claramente, habrá que advertir que ellos son nuestro objetivo, que son esos pequeños y medianos empresarios a los que queremos acojonar el 12-D, compañeros. Porque esconderse tras ese genérico ´empresario´ no es de recibo, hay que explicar quién es quién en nuestra economía. Lo que no vale, compañeros, es engañar al personal con media dieta para llenar vagones de tren sin dejar claros los objetivos. Eso ya lo hacia el franquismo y su sindicato vertical. Y si falta lo que falta para enfrentarse al Gobierno, pues mejor quedarse en casa y esperar.