Como estamos en plena Semana Santa, y como escuché el otro día en la calle: «Yo no creo en Dios creo en El Cautivo», yo también le voy a pedir algo a El Cautivo, al señor de Málaga, tú que eres divino te pido que consigas que los humanos malagueños sepamos reconocernos como simples mortales y sabedores de que el cementerio está lleno de gente imprescindible; y con este punto de partida de humildad pongámonos a trabajar por la ciudad de una maldita vez. Obama, que tiene un país que ahora ya está creciendo, dijo en enero que estamos en la era de la cooperación y que si bien es importante que estemos aquí todos juntos con nuestras opiniones, más importante es que sepamos que tenemos que trabajar juntos.

Si lo dice Obama, con más motivo una mediana ciudad del Mediterráneo ha de aplicarse el parche. Estimados todos, a trabajar por la ciudad, sin dimes ni diretes, ni tu más, ni esques, ni osquis, ni amenazas, ni juntas, ni ministerios, ni concejales, que a veces parece que no sabemos valorar lo que tenemos entre manos: gente buena, muy buena, que ha apostado por quedarse en esta ciudad pudiendo irse a cualquier multinacional a un mejor país, empresas que también deciden mantener aquí su sede porque creen que la ciudad lo merece, y sobre todo la gente que viene de fuera se enamora de la ciudad, de la gente y no comprende trifulcas de reinos de taifas de medio pelo.

Valoremos lo que tenemos, dialoguemos sobre los proyectos que se pueden hacer y realicemos y encajemos las críticas de modo constructivo, solo así creceremos como ciudad y como pueblo. El fin no justifica los medios y si simplemente en la misión de los que mandáis esta el cortoplacismo de dentro de dos meses, flaco favor le estáis haciendo a vuestros hijos y nietos que tanto queréis. Así como los pueblos andinos creen en la Pachamama (Madre Tierra) y no hacen nada que pueda perjudicar a la Tierra, a su Hogar, no seamos cortos de miras y creamos en un objetivo que todo lo que hagamos nunca perjudique a Málaga. Todo no vale. Por favor.