Hacía calor en el Martín Carpena. Era agosto de 2002. Vísperas de Feria. Jorge Garbajosa lideró a la selección con 22 puntos ante Rusia (87-80). Quizá allí comenzó su idilio con Málaga. Quizás, sin saberlo, le embargó esa pasión incondicional por nuestra tierra. Lo cierto es que rodeado por Pau Gasol o Juan Carlos Navarro, Garbajosa desmelenó al equipo nacional. Tras el partido, aún empapado en sudor, Javier Imbroda compareció en sala de prensa. Y definió a «Garbo» como la «estrella silenciosa» de aquella generación mágica que nos hizo a todos los amantes del baloncesto campeones del mundo, de Europa y subcampeones olímpicos. Quizá aquella calurosa tarde de verano, el ala-pívot del Benetton de Treviso comenzó a brillar con luz propia. Abandonó su militancia en el anonimato para enrolarse en la categoría de crack. Casi una década después, tras regalarle a una Liga ACB y una Copa del Rey al Unicaja, pasearse por la NBA, llenar la mochila de la experiencia en Rusia y militar en el club con más Copas de Europa –el Real Madrid, él ha regresado a Málaga.

Hoy La Opinión publica una extensa entrevista con el último mito de la afición cajista. Porque el domingo, en Barcelona, en el Palau Blaugrana, justo en el partido número 1.000 del Club Baloncesto Málaga en la ACB, el Unicaja se juega su acceso a los play off. «Garbo» mantiene ese halo de jugador con mayúsculas. Málaga tuvo la suerte de vivir sus mejores años. Y ahora Chus Mateo, entrenador del Unicaja, y Manolo Rubia, director deportivo del club, han tenido la feliz idea de repescarlo para reverdecer la memoria de la afición malagueña. Y para llenar el vestuario de sabiduría, profesionalidad y pasión.

Garbajosa, le learán en las páginas 62 y 63, dice que ni siquiera contempla perderse estos play off. Aunque haya que ganarle al Barça en su pista. O esperar la derrota del Valladolid en Sevilla. Dos ecuaciones sumamente complejas. Y cuando se le pregunta por si es consciente de que éste puede ser su último partido vestido de verde –el año que le queda es opcional– espeta: «Ni me lo había planteado». El ala-pívot sigue siendo fuente de inspiración. Evoca aquella época dorada del club, hace tan sólo un lustro, que parece ya tan lejana. El domingo, en Barcelona, ojalá todos hagamos un recorrido en el tiempo para ver una gesta de las de antes. Un triunfo que tendría olor a épica, sabor a alegría y aroma de cuento de hadas. Y Garbajosa, la otrora estrella silenciosa, será «Garbo», el genuino.