Hoy es el día mundial contra el sida. Somos Naturaleza. El viejo virus de los 90 que hizo que nuestro miedo estigmatizara a los enfermos lo sigue dejando claro. A quienes se fueron con ese doble sufrimiento ya no les podemos pedir perdón, y hoy el sida ya es una enfermedad crónica con avances sorprendentes en su tratamiento, aunque aún no se haya conseguido una cura ni la ansiada vacuna que reduzca de manera definitiva los nuevos contagios. Desde nuestra propia naturaleza intentamos controlar la naturaleza del microorganismo que nos coloniza. Como lo hicimos con otras afecciones en el pasado, como lo haremos con las que vendrán. Ésa es la lucha del precario equilibrio natural en que nos erigimos evolutivamente líderes.

Pero otro día vamos a dejar a nuestros hijos en el colegio a las cinco de la tarde y un vehículo que baja por la calle, quizá algo más rápido de lo necesario, sólo eso, nos muere en mitad del asfalto. Del virus vivo a la chatarra motorizada y muerta. Frente al metal siempre frío a pesar del diseño y su progreso calculado somos sólo Naturaleza frágil, quebradiza, mortal. Y puestos en el otro lado, vamos conduciendo confiados pensando en mil cosas innecesarias, problemas inventados o reales, y quizá miramos hacia otro lado, al salir de la curva cuesta abajo, quizá agarrando algo que se nos ha caído del salpicadero, mirando un teléfono, y ya. Perdemos el control de la máquina que hemos inventado sublevada por una distracción sin importancia aparente, y se convierte en ciego, sordo, puro mecanismo que no respira pero avanza, matemática muerta que produce la muerte de un padre y de uno de sus hijos, las heridas de otro, el espanto y la soledad del tercero, mejor ni pensarlo, convertidos ya sólo en obstáculos imprevistos pero tan absolutamente vivos todos hasta el impacto. Algo de eso ha pasado en la maldita calle Rodeo del Cerrado de Calderón en Málaga, en la que llevan batallando sus vecinos por la reordenación del tráfico, en ella y en otras adyacentes como la calle Los Flamencos. Somos Naturaleza, nada más.

Y nada menos. La frase «Somos Naturaleza» la dice siempre con humildad José Luis Sampedro. El economista escritor ha recibido al fin el premio Nacional de las Letras. Lo ha recibido con su sonrisa casi etrusca de viejo «sireno» en la que nunca es octubre, octubre a pesar de sus 94 años. El activísimo abuelo de todos dedicado siempre a la docencia y a la decencia de estar vivo, sólo eso, ni más ni menos que eso, siempre nos recuerda que no somos ni más ni menos que Naturaleza. Todos solos frente a la gran responsabilidad de vivir con los demás y, algunos grandes como él, de vivir por los demás. Sampedro ha decidido vivir entre nosotros, en Mijas, cerca del mar en el que, «allegados son los ríos», todos nos iremos encontrando… Qué felicidad, maestro, tenerle tan cerca en la alegría y el dolor de seguir vivos.