Gran parte de nuestro futuro se decide hoy en Bruselas. Está en juego tanto la continuidad del euro como los parámetros económicos en los que nuestro país y el resto de la UE tendrán que moverse en los próximos años. El euro se salvará, sobre todo porque a Alemania le interesa pero el precio será un corsé de hierro para los países periféricos, ese grupo de pecadores entre los que se encuentra España y que tendrá que purgar ahora el desmedido gasto público y el endeudamiento de años anteriores.

Me decía hace poco un empresario amigo que más vale que disfrutemos de estas navidades porque nadie sabe lo que nos encontraremos a la vuelta de enero, cuando Mariano Rajoy, ya investido presidente, tenga que empezar a aplicar la tijera para aplicar esos recortes de los que aún poco sabemos salvo que, irremediablemente, nos afectarán. Lo primero que ha querido dejar claro el presidente electo a sus colegas, sobre todo a la prusiana Ángela Merkel, es que España será un socio leal que cumplirá a rajatabla los compromisos del déficit. Y eso, que parece tan etéreo, se traducirá a pie de calle en economía de guerra, por lo que haría bien el PP en tratar de pactar en lo posible con la oposición para evitarse una fuerte contestación social. La tendrá de todos modos, ya que tanto IU como el movimiento 15-M se oponen de inicio a cualquier medida encaminada a satisfacer a esos insaciables mercados.

El Colegio de Economistas de Málaga ya nos advirtió la pasada semana de que 2012 tiene visos de ser el peor año de la crisis, aunque con la esperanza de que si el nuevo Gobierno toma las medidas adecuadas debe ser también el ejercicio que imponga los cimientos de la recuperación. Suena bien; lo malo es explicárselo a los casi 200.000 parados que tiene Málaga, desesperados ante la imposibilidad de encontrar un mísero empleo.

Para colmo nos enteramos estos días de que el Banco Central Europeo (BCE) pidió al Gobierno de Zapatero el pasado verano que implantara la fórmula de los minijobs (mini-empleos), que se crearon en Alemania en 2003 como medida para atajar el desempleo y la economía sumergida. Se trataría de contratos, con sueldos máximos de 400 euros al mes –es decir por debajo del SMI, que roza los 650 euros– y en los que el trabajador no pagaría impuestos y decidiría de forma voluntaria si paga las cotizaciones sociales. Dicen que por allí ha funcionado, sobre todo para estimular el empleo juvenil. No sé, pero en todo caso da grima pensar que nuestro mercado laboral tenga que ir por estos vericuetos. Esperemos que el esbozo de reforma laboral que Rajoy ha pedido a empresarios y sindicatos para justo después del Día de Reyes sea algo más generosa, que los trabajadores están ya hartos de tanto carbón.

Atractivo. La apertura del muelle 1 ha traído una muchedumbre de visitantes al puerto. Esperemos que los comerciantes de la zona y de todo el Centro lo disfruten.