Soy una persona que se encuentra decepcionada y cada vez más orgullosa de no pertenecer al pueblo de Estepona, ya que pese a no haber nacido en él, llegué con tan solo 5 años. He pasado entre sus calles mi infancia y todos los momentos importantes de mi vida.

Un día solicité una ayuda a la que tengo derecho a acceder como todo ser humano y el Ayuntamiento me lo negó por no haber nacido aquí. ¡Qué ironía! En este caso no soy esteponera. Pues, casi me alegro, porque es vergonzosa la situación que atraviesan los esteponeros en estos días con la decisión tomada por el Ayuntamiento de despedir a 174 personas, un pueblo tan hermoso, lleno de historia y cultura al que debo todo lo que soy como persona.

Hace un año pensé que mi vida debía evolucionar, marcarme unas metas. Encontré el lugar adecuado, la escuela de adultos de Estepona, allí estaba todo lo que buscaba, unas personas profesionales, amables, dedicadas y sobre todo profesionales que consiguieron sus puestos por méritos propios y no por simpatía a algún partido político, dispuestas a ayudarme.

Estos profesores ven en estos días como su vida laboral se les derrumba ante sus ojos por errores que han cometido otros y a los que son ajenos. Me consta que cuentan con el apoyo de todos los que como yo estamos agradecidos y en estos días tan duros necesitan que se lo demostremos no como el Ayuntamiento, que parece que está perdiendo memoria, y se lo agradece de esta manera tan ruin.

La excusa a la que se acoge el Ayuntamiento es que el pueblo cuenta con una escuela para adultos pero no tiene el suficiente espacio ni medios para cubrir la demanda. Muchas personas además de acudir allí para estudiar acuden para eludir los problemas que azotan España con la crisis que nos está sacudiendo y es una buena alternativa para no perder la locura.

En mi caso fue por mi mala cabeza, pero otras personas no tuvieron la oportunidad y fueron privadas de un derecho recogido en la Constitución Española como es el «derecho a la educación», cosa que nos ponen difícil al cerrar la escuela y despedir a estos profesores y claro con esta decisión acabaremos como en otros temas acudiendo a los pueblos vecinos para satisfacer nuestras necesidades.

¿Alguien se ha preguntado el índice de aprobados de la escuela? o ¿ Cuántas personas estamos matriculadas allí? Pienso que no, porque si lo hubieran hecho no habrían dejado a la deriva a tantas personas.

Con esta carta solo quiero que se vea la situación de indignación que se está sufriendo en Estepona desde hace tiempo y que ya empezamos a estar cansados de sentirnos así.

ERE de EsteponaVirginia SánchezMálaga