Ya ha pasado San Juan, así que toca feria. La más bonita. Nuestra política local hace examen de conciencia sobre su semana más salvaje, cada año, desde septiembre hasta junio, pero pasado el solsticio de verano, nada es lo que era. De vilipendiada a la mejor, como debe ser o porque no nos queda más remedio, la que iba a ser cambiada de arriba abajo se queda como estaba, al libre albedrío de lo que se le ocurra hacer a cada uno tras su apertura de puertas. Desfogue y sombreros mejicanos con daiquiris, esta vez parece que sin barras de alcance y con algún tablao folclórico en alguna esquina sin rumbo, pero con la misma tradición, ninguna, y parecida idiosincrasia. Sal a divertirte es la consigna y si tan poco se ofrece a nivel institucional, baratito sale el rebujito. ¿Para qué queremos más? Y hasta que el cuerpo aguante -o te deje tirado, si no has cubierto la experiencia-.

El señor Caneda, que otra cosa no, pero ganas le pone, ha pensado en cambiar la fecha, la forma y hasta, bien encaminado, los modos, pero con la que está cayendo, bastante hace con ofrecerla a los patrocinadores para que le cuelguen su logo y pueda salir del castaño oscuro sin tener que ruborizarse. Es lo que hay. Aguantar y que por lo menos nuestro PIB pueda hacer su agosto. Pasa rápido, eso sí. Y para septiembre, ya estarán otra vez creando comisiones y reuniéndose con los vecinos para ver como se ataja el desmadre.

El primer paso de la feria se dio ayer. La siempre polémica presentación del cartel oficial. Precioso. El de este año es moderno y sencillo. Nada que ver con la tónica general de la transfiguración inmortal de los personajes de los cuadros del Thyssen. O sea, sin gitanas, bandoleros, carrozas, toreros ni ningún otro de los modismos costumbristas que tan poco tienen que ver con nuestra feria por más sombrero cordobés que intentemos ponerle. Ni jábegas hay. Ni biznagas. Ni espetos. ¿Qué digo espetos?, si ni mira al mar. Por no haber, ni cenacheros. ¡Y sin la Farola! ¿Es que alguien ha ido alguna vez a la Farola en feria? El de este año es un cartel sincero pues, nada de eso se ofrece, en realidad, en nuestras fiestas. Más quisiéramos. El cartel representa un lienzo blanco rasgado, que invita a descubrir un fondo de lunares. Dice la muchacha que lo ha hecho, que lo que invita es a descubrir la feria. Menos mal que lo ha dejado en un fondo de lunares porque si hubiese sido más explícita, podría habernos espantado. Mientras no espante a los guiris… Hemos tenido suerte. Yo creo que no se ha definido porque es de Murcia y porque poco sabrá sobre lo que aquí sucede. Repito, menos mal. Pero, sin duda, lo que más me ha gustado del cartel es su precio: tres mil quinientos euros. Ya hablé antes del estrujamiento neuronal por el que debe de estar pasando nuestro concejal de Cultura, Turismo y Deportes en el Ayuntamiento para cuadrar las cuentas. Y la idea del concurso público nos ha librado del porrón de miles de euros que suele dedicar nuestro gobierno local a pagar el arte del artista amigo, designado a dedo por el más solidario de nuestros gobernantes cuando trata de acometer un acto de humanidad con algún burgués acomodado de la Málaga de las mejores familias o sus hermandades.

Se ha puesto algún pero al cartel, eso sí. Cuando se decide entre más de un centenar de trabajos presentados, suele haber quejas, por ego, por pataletas intrínsecas a la incomprensión artística, o por incordiar, que es lo más común y que me encuadra gustosamente. La joven murciana ganadora ha cogido una plantilla para photoshop (http://www.recursos2d.com/2010/10/plantilla-psd-de-papel-rasgado-torn.html), tal cual, sin retoques, y le ha añadido el fondo de lunares. Pero si al jurado no le importa, supongo que a mí tampoco. Que siga la Feria.