Los días suceden, las medidas de Rajoy se asientan y las protestas continúan. No pasa jornada en la que los correos de la redacción de este periódico no reciban varias comunicaciones de los sindicatos anunciando o informando de paros laborales, protestas y medidas de presión contra el Gobierno o contra una empresa determinada. Habrá crisis, pero no en los sindicatos, que no han trabajado tanto en su vida. ¿Los afectados que más hacen ruido? sin duda, el funcionariado: y es que un colectivo de trabajadores es tan fuerte como el sindicato que le respalda, según el grado de implicación de los mismos claro está. Sin querer entrar en polémica, es algo duro ver cómo los sindicatos ejercen una titánica presión para que no se elimine una paga de Navidad mientras que en muchos otros lugares de España realizan silenciosos expedientes de regulación de empleo de más del 50% de la plantilla de cientos de pymes olvidadas de la mano de Dios. La vida es injusta, eso lo sabemos. No obstante las protestas no cesan: por los recortes en educación, en sanidad, en derechos sociales... Hemos hecho tantas pancartas como para empapelar el país entero con nuestras penas mientras el Ejecutivo sigue impasible en su misión de completar su objetivo.

Se puede comulgar con sus medidas, se pueden odiar, pero las innumerables manifestaciones poco han hecho por cambiar la política de Rajoy. Eso sí, la crispación está más alta que la prima de riesgo, y hay protestas que sinceramente se están yendo de mano. Sin ir más lejos, haciendo zapping el otro día por televisión vi una pancarta, navegando en un mar de sindicalistas y manifestantes, de esas que cuando entre en vigor la reforma penal de Ruiz Gallardón quizás esté avocada a desaparecer: «O estás con nosotros, o en contra». Por supuesto estamos todos con vosotros, estamos en contra de que viva en la pobreza, de que no tenga un empleo digno y de todos los males que la crisis le está obligando a vivir. Pero hay muchos que estamos con usted trabajando más duro desde nuestro puesto de trabajo, cotizando y con la esperanza de que nuestro buen hacer le suponga un plus a la empresa, que en un tiempo pueda permitirse un contrato más, y quizás sea usted el que cubra ese puesto. Los silenciosos trabajadores supervivientes de las pymes no harán tanto ruido comos sindicatos, aunque van sobrados de solidaridad. Aunque no lo sepan.