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Poca educación

Las clases han estado vacías de alumnos que hacían huelga porque reclaman una mejor educación. Perdonen ustedes, pero ahora que puedo opinar en este espacio semanal tengo que confesar que me resulta cuanto menos contradictorio. Tampoco comparto que los padres dejen de enviar a sus hijos al colegio por motivos políticos. La educación se paralizó en Málaga durante tres días de la última semana para protestar de forma enérgica y contundente contra los recortes en el sistema, aplicados por el Gobierno central. La poca educación contestada con menos educación. La falta de educación que se critica, respondida con la ausencia de ésta en los institutos. Se censuran con ferocidad los ajustes la misma semana en la que un nuevo informe de la Unesco vuelve a situar a España a la cola de la cola y en cabeza del fracaso escolar y abandono prematuro de los estudios.

No veo mal que los estudiantes tengan voz y la usen. Que ejerzan su derecho a la huelga (los que lo tengan, no los menores), pero me temo que muchos se han tomado la convocatoria como una excusa perfecta para hacerse una piarda de tres días. Han elegido entre susto o muerte. El seguimiento ha sido masivo, efectivamente, superando el 90% en los centros educativos de la provincia de Málaga. Los profesores han tenido que repasar o mandar ejercicios para los pocos escolares que han ido a las aulas como deferencia a los que, sin embargo, han faltado cuando un día de huelga debería haber sido un día de clase perdido, por lo que se ha penalizado a los que optaron por ir a estudiar.

La manifestación del miércoles fue enorme. 5.000 estudiantes participaron en la marcha desde el Edificio Negro y el Rectorado. Algunos símbolos y proclamas superaban el límite de la corrección. Faltaba educación. No se puede responder al insulto con otro insulto porque se pierde la razón. Si Wert llama «extremistas» al Sindicato de Estudiantes no es recomendable desear la muerte del ministro. Ni que a «Mariano le den por el ano», una arenga a la que claramente le fallaba la métrica, aunque tuviera rima consonante. Y eso que por fortuna en Málaga no se registraron desagradables episodios como en Mérida, donde un grupo de diez jóvenes de ¡15!, 16 y 17 años asaltaron el colegio María Auxiliadora al grito de «¡Dónde están los curas que los vamos a quemar!» y provocando heridas a una profesora. Todo muy democrático. Muy educativo.

¿No quieren una educación de más calidad en la que se inviertan más recursos? ¿A qué viene atacar aquí también a la Iglesia? Y precisamente a los salesianos, una orden que a lo largo de su historia se ha preocupado de facilitar el acceso a la educación a los niños de las clases más deprimidas. Es posible que por su juventud, estos asaltantes desconozcan ese dato (si estudiaran más) como que estos centros concertados, aunque sean religiosos, forman parte del sistema público de educación y deberían también defenderlos. Pero ahí están los representantes de los estudiantes, los que más ruido hacen, para canalizar las protestas. Ellos son más mayores€ De hecho tienen edad como para haber acabado tres carreras, pero siguen siendo estudiantes. Va a ser verdad eso de que uno es joven en espíritu, no en lo que ponga el carné de identidad.

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