Las cartas al director, el teléfono, un correo electrónico, un sms, una artículo en el periódico, una llamada al móvil, internet, Facebook, hablar, el Twitter si es corto, un whatsapp, un grupo de whatsapp si es para varios, checking en foursquare si sólo es para dar envidia de donde estás, el portero electrónico, dedicar una canción en la radio y hasta en la televisión. Todas estas son las distintas formas de comunicarse para dar a conocer una idea o deseo, pero ninguna de estas es la que ahora está de moda: lo que ahora es lo más del mundo es hacerte una camiseta. Si no tienes una camiseta con mensaje en Málaga no eres nadie.

Los hay de todo tipo, lo que quieren montar un clan como los de #mareanaranja y se hacen una camiseta naranja para que se les vea cuando van corriendo; los que reclaman que no son los culpables de la crisis y acuden a eventos juntos para que se les vea a distancia, 0 con la camiseta correctamente serigrafiada; la pandilla de despedida de soltero con mensajes obscenos más o menos graciosos; las empresas que uniforman a sus empleados allá por donde vayan con la camiseta de montajes eléctricos Martín Laguna para que todos sepamos a quién pertenece ese operario, que probablemente no conozca a nadie de Martín Laguna.

Uniformes para algunos, reivindicación para otros, las empresas parece que lo hacen por motivos de márketing, sin embargo la moda de las camisetas reivindicativas debe ser para que alguien las vea y las tenga en cuenta, quizá porque no es suficiente con gritar, y a lo mejor los que están sordos saben leer.

En la carrera del domingo hubo muchas: me quedo con la, a buen seguro, versión más barata de todas: la de de dos chicos con camisetas blancas que a mano llevaban escrito la palabra PAZ; quizá nos vendría bien a todos como camiseta interior.