El funcionamiento de la UE es como un juego de la oca gigantesco en el que cuando crees que vas ganando caes en el pozo y te pasas un par de turnos sin tirar los dados, unas escaleras te llevan veinte casillas para atrás o tropiezas con una muerte que en realidad no te mata pero te hace volver al punto de partida.

El español Rajoy y el francés Hollande salieron muy ufanos de la cumple europea de septiembre. Iban ganando la partida. Los bancos españoles tendrían dinero europeo para su recapitalización y de la letra pequeña del último acuerdo se sobreentendía que ese dinero -nada más y nada menos que 40.000 millones de euros- no computaría como deuda de España, al menos desde el momento en que entrase en vigor una cosa que muy pomposamente llaman Unión Bancaria.

Pero, claro, pasó un mes, llegó la cumbre de septiembre y, como en el juego de la oca, los que antes estaban arriba ahora han perdido posiciones y quienes, como la canciller alemana, Angela Merkel, habían caído para atrás, ahora lucen en cabeza, al menos hasta que una próxima jugada vuelva a trastocar todo el tablero. Y todo porque los dados de la señora Merkel marcaron que esa Unión Bancaria no podría en ningún caso funcionar de forma retroactiva. Por lo que si España necesitaba 40.000 millones para sus bancos ese dinerito saldría de las arcas europeas con el aval de España y computaría dentro de sus múltiples deudas.

La única diferencia entre el juego de mesa y la Unión Europea, además de sus miles de funcionarios políticos pagados a precio de oro, está en que en el tablero uno gana y otros vuelven una y otra vez a la casilla de salida mientras que en la vida real -al menos así ha ocurrido hasta ahora- todos van mejorando, unas veces más y otras menos, unas en cabeza y otras en la cola, pero siempre mejor que antes. En la UE quien cae en la muerte siempre va a una casilla más avanzada que antes.

Muy posiblemente esto es lo que le ha pasado a Rajoy. Salió de la cumbre de septiembre saboreando las mieles del triunfo y acabó la de octubre en la casilla de salida, pero mucho mejor que hace un par de meses. El Estado español deberá 40.000 millones de euros más (mejor no pensar la cifra en pesetas). Pero tiene un punto de partida para solucionar su problema financiero y para acabar con la crisis de la prima de riesgo, donde España se juega mucho más que esos 40.000 millones.

La deuda de los españoles, si se junta la de sus administraciones con la de sus empresas y ciudadanos, asciende a unos 3,6 billones de euros. Una subida de la prima de riesgo de 200 puntos por la crisis bancaria supone unos 72.000 millones de euros anuales de intereses. Y, por tanto, la bajada de la prima de riesgo iniciada por el acuerdo europeo supone un ahorro semejante. Casi el doble que la recapitalización bancaria. Peor que hace una semana, pero mucho mejor que hace un par de meses. Como siempre en la UE. Y el día que esto no ocurra posiblemente sea el fin de la Unión.