Para lo que puede pasar hay que hablar de escaños; para lo que puede haber pasado hay que hablar de votos. Los escaños dicen que en Galicia el PP ha incrementado su mayoría absoluta y que va a seguir gobernando. Pero los votos dicen que el PP gallego ha sido castigado, en términos absolutos y también en porcentaje. Sin embargo, el principal pagador del malestar cívico han sido los socialistas, con un hundimiento espectacular. Y los únicos que suben, en votos a pesar de la abstención, y en porcentaje, son los nacionalistas, si sumamos las dos candidaturas en las que se presentaban: el tradicional BNG y la coalición encabezada por Beiras.

También en el País Vasco el vencedor gana perdiendo. El PNV ha obtenido escaños suficientes para formar gobierno, pero ha menguado (aunque poco) en votos y porcentaje. También ahí se hunden los socialistas, en unas magnitudes parejas a las gallegas. Y también ahí se crece el nacionalismo, de la mano de Bildu, que se convierte en la segunda fuerza y valida los anticipos que ya dio en las municipales y en la generales del año pasado. Los coaligados de Bildu superan en mucho la suma de los votos obtenidos en 2009 más los votos nulos que aquel año «votaron» por la enésima marca prohibida de Batasuna. En cuanto al PP, ve desaparecer uno de cada diez sufragios.

La más urgente reflexión la deben hacer los socialistas. La purga que empezaron a tragar en las autonómicas catalanas de 2010, y que continuó en las municipales-regionales y en las generales de 2011, aún no se ha terminado. No es ninguna sorpresa: todos los barómetros de opinión coinciden en que el gobierno Rajoy se desgasta, pero la oposición Rubalcaba lo hace más todavía. O se sacuden el muermo de encima o no van a levantar cabeza. Y el muermo tiene nombres y apellidos.

El PP puede hacer toda la propaganda que quiera con su victoria gallega, pero lo cierto es que ha sido castigado, aunque no lo suficiente para causarle daño. Si el propósito de Mariano Rajoy para esta convocatoria era el de resistir, lo ha conseguido. De haber tenido enfrente a una verdadera alternativa, otro gallo hubiera cantado. A falta de ella, una parte del electorado ha seguido las banderas de quienes ascienden: Beiras y Bildu. Y en Cataluña todo apunta a una sensible mejora de posiciones de CiU tras su salida del armario soberanista. Es una respuesta al sentimiento global de malestar, al que no dio respuesta Zapatero ni la da Rajoy.