Dicen que hay un mundo en el que la responsabilidad es una obligación moral y las consecuencias un compromiso. Un mundo en el que prohibir está prohibido. Un mundo en el que la norma es de general conocimiento no como ley, sino como norma. Un mundo en el que todos los individuos tienen la libertad de elegir entre la norma y la no-norma, y en el que todos tienen asumido que elegir es renunciar. Es un mundo presidido por la libertad, la consecuencia, la responsabilidad y las consecuencias. ¿Qué tontería verdad€?.

Dicen que es un mundo menos difícil, en el que la única dificultad reside en ponernos de acuerdo con nosotros mismos. Digo con nosotros mismos, no entre nosotros mismos, que eso, a posteriori, es cosa fácil. Lograr el consenso de nuestro yo-mí-me-conmigo asumiendo la libertad, la consecuencia, la responsabilidad y las consecuencias como proyecto es tan difícil como fácil, depende de nosotros€. En el mundo en el que vivimos, hacernos cargo de nosotros mismos con todas las consecuencias nos da miedo, amén de que, además, nos priva del irresponsable gustazo de culpabilizar siempre al otro -o al sistema- de nuestras propias cuitas. A lo largo de nuestra existencia, el individuo con el que más en serio discutimos es con nosotros mismos, y, por lo general, casi nunca alcanzamos un acuerdo responsable y consecuente, de ahí la sempiterna muletilla de responsabilizar al otro. Que cada palo aguante su vela, más que una frase de fortuna, es un desiderátum que usamos con soltura y con donaire, pero eso sí, solo cuando pretendemos no ser ni el palo ni la vela, si no, mejor calladitos, que estamos más guapos. Los de este mundo somos dioses y demonios alternativamente.

Si miramos a nuestro derredor, cada vez más encontramos a más gentes, que a fuerza de una irresponsabilidad en estado puro, se empeñan en convencernos de que monte abajo vienen en tropel no sé qué brotes verdes, y mientras intentamos verlos venir, nos cuentan que las crisis no son crisis, sino desaceleraciones; que los recortes no son recortes, sino ajustes; que la privatización no es privatización, sino externalización de la gestión... Qué irresponsabilidad con el idioma, joder€ Qué inconsecuencia la de estas gentes con sus responsabilidades. Qué descarada manera de eludir las consecuencias de sus actos€ ¿Y de los que pretenden ablandar nuestros corazones en razón de no sé qué injusto empobrecimiento, qué me dicen€?. Sería sensato que con lo de injusto se refieran a la justedad y no a la justicia, porque si no sería aún-mucho-más-peor. Qué gentes estas, tú...

Las gentes libres de los mundos en los que prohibir está prohibido, hasta cuando eligen actuar por la vía de la no-norma son gente cabal; gente que actúa responsable y consecuentemente desde la libertad que los asiste; gente que asume las consecuencias de sus libertades con la misma responsabilidad y consecuencia con la que eligieron la no-norma, en lugar de la norma. Así, por ejemplo, cuando eligen las vías del enriquecimiento injusto, de antemano asumen su contrario, es decir, las del empobrecimiento o lo que sea por la misma vía. Los individuos de los mundos en los que prohibir está prohibido son individuos libres, porque asumen responsable y consecuentemente las consecuencias de su libertad. Tipos grandes estos, tú€

Nosotros, los turísticos, aunque solo sea por probar, quizá debiéramos ir mudándonos a ese mundo en el que está prohibido prohibir, pero en el que la responsabilidad, la consecuencia y las consecuencias son los preceptos. Aquel mañana ya ha llegado. Ya es tiempo de perder el miedo a hacernos cargo de nosotros mismos y de alejarnos de la prosodia turística, quizá, empezando por asumir que las consecuencias de nuestro pasado son cosa nuestra y forman parte de la mismidad de nuestro producto, que ya no es tan exclusivo. Y por aceptar que no es útil luchar contra la estacionalidad mientras conspiramos a su favor, creciendo el producto, que es su gran causa. Y por entender, por ejemplo, que el sol y playa no es un producto. El sol y la playa es un recurso y así debemos contarlo, pero venderlo, no, venderlo es otra cosa, sobre todo ahora€

Quizá ese mundo de individuos libres, en el que prohibir está prohibido, y en el que la responsabilidad es una obligación moral y las consecuencias un compromiso, no sea un mal mundo€