Imaginemos que por el mero hecho de poner el pie en la calle, usted se convirtiera en el objetivo comercial de todos los que en el mundo venden algo. Imaginemos que cuando usted se detiene frente al escaparate de una zapatería, alguien apunta en un cuaderno que usted es fetichista. Que cuando se detiene frente al de una ferretería, usted es un sádico. Que cuando al de una mercería, usted es un nostálgico. Supongamos que cada uno de sus movimientos fuera registrado, computado y enviado a un grupo de expertos capaces de deducir si a usted hay que venderle lencería, antigüedades o televisores de plasma, todo ello en función de los gustos que ha mostrado, sin darse cuenta, al ir dando un paseo desde su casa a la oficina. Pues eso existe, no en la realidad analógica, pero sí en la digital, donde pasamos más tiempo cada día. A ver, se acaba de inaugurar, dicen, la Ciencia Social Computacional, cuyos operarios siguen todos sus pasos de usted en Internet desde que entra hasta que sale. Pinchar un me gusta cualquiera o abrir una página web equis, significa que usted se ha convertido ya en un animal de laboratorio cuyos gustos despiezarán los nuevos sabios para saber si hay que enviarle publicidad de restaurantes o de ataúdes. Yo entré un día en una página de relojes de marca falsos, buscando un dato para incluir en una novela, y desde entonces no dejan de hacerme ofertas, como si fuera un vicioso de las imitaciones. Ahora, antes de cliquear, lo pienso, claro, porque soy un poco paranoico y me saca de quicio que me acosen en mi versión virtual. Bastante trabajo tengo con despistar a mis perseguidores analógicos. El caso es que desde hace algún tiempo, antes de entrar en una página, no sé, de lencería, busco en la Wikipedia el artículo de Kant, para despistar a los señores de la Ciencia Social Computacional. Ignoro qué clase de asociación establecerán entre el filósofo y la lencería, pero lo cierto es que recibo más folletos de Victoria´s Secret que de la Crítica de la razón pura. Es como si adivinaran que intento engañarles. Son el diablo.