Limasa es un eterno dolor de cabeza para el Ayuntamiento de Málaga y para sus ciudadanos. Pero lo peor es que se ha convertido en un problema estructural y cada vez que se negocia el convenio colectivo (uno de los mejores de la provincia) surge el fantasma de una convocatoria de huelga como eficaz medida de presión. Cierto es que cualquier trabajador puede ejercer este derecho, pero no se comprende que lo utilicen de forma tan temeraria y más si se desmenuza el formidable convenio laboral de los trabajadores de Limasa. Y por eso llama la atención la beligerancia de un grupo de trabajadores que esta noche seguían empeñados en mantener la convocatoria de huelga pese al pleno acuerdo entre su propio comité de empresa, Limasa y el Ayuntamiento de Málaga. Ese grupo mayoritario de presión sólo acepta esa desconvocatoria si en el documento pactado la noche del lunes figura la firma del alcalde de Málaga como garantía de cumplimiento. Pero, además, para distorsionar aún más la situación piden que la empresa se comprometa a que no habrá una rebaja salarial en el convenio de 2013. Toma ya. Es decir, amenazan con seguir la huelga sin que se haya iniciado aún ningún tipo de negociaciones sobre el escenario de este año.

Lo lamentable y penoso del asunto es que el comité de empresa ha logrado que Limasa acepte todas los puntos que se acordaron en 2012 y que la empresa no cumplió en su totalidad, pero esta victoria laboral no convence a una parte importante de los trabajadores, muchos de ellos eventuales, a los que el cuerpo parece que les pide una huelga que no traerá ningún beneficio para la ciudad de Málaga. La huelga estaba convocada para negociar los acuerdos de 2012 y pese a la gran victoria sindical en la negociación, al comité de empresa se le ha ido de la mano el asunto.

Sería interesante que los malagueños escucharan unos cortes de voz que la cadena Ser emitió el pasado lunes, donde unos cuantos trabajadores (creo que eventuales) gritaban sin muchos argumentos que Limasa "era una empresa familiar" y que en la empresa no entra nadie de la oficina de desempleo. Este es el problema. Se creen que la empresa es suya, se lo han permitido y ahora pueden permitirse tener en jaque a una ciudad pese a que el comité en la asamblea les ha ofrecido un acuerdo que reconoce casi todas sus reivindicaciones. Tenemos un problema estructural y como cualquier problema serio requiere de una solución definitiva y no de parches donde la ciudad casi siempre pierde.