Lo voy a rememorar al grupo musical Sindicato del crimen que brilló allá por los años ochenta; así es que pueden recular los nostálgicos de aquella música de rap metal antes de que se decepcionen al descubrir un artículo más, brotado de mi inagotable fuente del periodismo. El sindicato al que voy a referirme es el que integraron un grupo de destacados periodistas madrileños de perfil derechoide, que se juramentaron para acabar política e insidiosamente con Felipe González, al que no había forma de vencer en las urnas.

Este contubernio al que rápidamente se conoció como el sindicato del crimen, se constituyó oficiosamente en grupo de presión en el año 1994 en la AEPI (Asociación de Escritores y Periodistas Independientes). Los miembros fundadores eran: Luis María Anson, José Luis Balbín, Antonio Burgos, Camilo J. Cela, Julio Cerón, Antonio Gala, José María García, Antonio García-Trevijano, Teodoro González, José Luis Gutiérrez, Antonio Herrero, Federico Jiménez Losantos, Julián Lago, Manuel M. Ferrand, J. L. Martín Prieto, Luis del Olmo, Raúl del Pozo, Pedro J. Ramírez, Pablo Sebastián y Francisco Umbral.

Estos periodistas representaban a El Mundo, la Cadena Cope, el Abc, entre otros medios. Aunque algunos de estos ilustres y conocidos profesionales se empeñaron en negar la existencia del sindicato y su gran objetivo de derribar a Felipe y al felipismo, lo cierto es que, pasados unos años, Luis María Anson reconoció que él había participado personalmente y de forma muy activa en la creación del sindicato y en la estrategia establecida. También en los métodos poco ortodoxos y en las campañas arteras para devolver el poder a la derecha.

Por su parte, los serbios, rivales del sindicato, eran los influyentes periodistas que, representando a los editores y directores de El País, La Vanguardia, Interviú, hacían frente a las campañas sindicalistas. Ahí estaban, entre otros, Jesús Polanco, Juan Luis Cebrián, Antonio Asensio y el Conde Godó.

Así se desenvolvía el panorama periodístico español en los últimos años de Felipe, quien, si bien no fue desalojado literalmente de la Moncloa por Aznar, sí sufrió un desgaste que no le permitió presentarse a las elecciones del 97, en las que el socialismo cayó con estrépito.

Ha pasado el tiempo y el panorama político periodístico español sigue estando protagonizado por los dos mismos grupos antagónicos, y en muchos casos por las mismas personas, aunque hay notorias diferencias en las campañas difamatorias y en los comportamientos. Por aquel entonces, la Prensa y, sobre todo el Gobierno, o los gobiernos, eran responsables de sus acciones. No obedecían al imperio alemán. Al contrario, los grandes líderes alemanes -de la Union Demócrata Cristiana y del Partido Socialdemócrata- ayudaron a Felipe a traer riqueza a España. Nuestro país era alguien en Europa. Ahora, somos pobres, muy pobres, porque los alemanes así lo quieren y no tenemos a un gobierno capaz de defendernos y de sacarnos de la ruina. Encima, nos peleamos entre nosotros. Los comportamientos actuales se identifican cada día más con los que utilizaban los ilustres miembros del sindicato del crimen, algunas de cuyas excelsas plumas siguen erre que erre en sus campañas en defensa de lo indefendible.

Que veinte años no es nada, dice el tango. Y es verdad.

*Rafael de Loma es periodista y escritor

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