Si algo bueno tiene Wert, además de que su apellido quepa en los titulares, es que no deja a nadie indiferente y a nadie aburre, aunque a mí particularmente me tenga ya un poco frito. Entró en el Ministerio como un elefante en una cacharrería, tijera en mano y con un proyecto de reforma de ley educativa, el de turno, que en realidad es una nueva ley en toda regla. Acusando a los alumnos de vagos y a sus profesores de lo mismo. Diciendo que hay demasiadas universidades y poca calidad académica€ y poniendo por las nubes los requisitos para aspirar a una beca. La comunidad educativa se le ha echado en contra, casi de forma unánime. Estudiantes, docentes, familias y hasta los rectores. El sábado rizó el rizo con unas declaraciones en las que decía que las becas no pueden convertirse en limosnas. En efecto, como el sueldo de un ministro tampoco puede ser considerado una paguita. Porque son palabras que desliza Wert con total naturalidad y que hace sospechar que algo falla en su engranaje cerebral. Vamos, que no todo el mundo puede estar equivocado salvo él y los de su partido, que le arropan durante foros que aprovecha, en realidad, para seguir metiendo la pata. Wert contra el mundo.

Pese a todo, y como gesto, ha reconsiderado las notas mínimas. Ha atendido a razones. Ha dado marcha atrás en algunos aspectos, pero en otros se mantiene firme e inflexible, condenando así a la expulsión del sistema a miles de alumnos que no pueden pagar las tasas porque no tienen medios económicos. Si el aprobado es un 5, un 5 debería ser suficiente para poder optar a una ayuda de estudio del régimen general, no un 6,5. Ni siquiera el «popularmente» reverenciado Aznar hubiera tenido derecho a una beca y, según las propias palabras del responsable de la cartera de Educación, «estaría mal encaminado». En eso puede que tenga razón.

Hasta la CRUE se ha lanzado al cuello del ministro. Esta organización, conformada por a veces flemáticos catedráticos que ocupan la máxima responsabilidad en sus instituciones académicas, aunque ahora cuentan con el plus y el apasionamiento de su presidenta, Adelaida de la Calle, rectora de la UMA, no comparte la postura de Wert y se lo ha hecho saber desde el principio. Vehementemente incluso. Defienden los intereses de sus alumnos, que al fin y al cabo son los suyos. Es más, si para lograr una beca de exención del pago de la matrícula es necesario un 5,5, que a partir de ahora se suba el aprobado a ese 5,5.

El derecho a la educación es fundamental con independencia de los ingresos familiares, pero Wert parece reservarlo a quienes se la puedan pagar. El concepto de limosna no hace más que confirmar la visión elitista que el ministro le da a la educación.