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Punto final

La gesta de Jorge Lorenzo es que aún el Mundial dure

Ha vuelto el señor Lorenzo, el que nunca debió irse. Aquel que desapareció tras comprender (y, tal vez, recordar la «jugadita» que Marc Márquez le había hecho en la última curva de Jerez) que iba a perder el título mundial a manos de un rookie. Sí, del mejor debutante de la historia. A partir de aquel día, que debió de ser tras la victoria de Márquez en Aragón y antes de arrancar el polémico triplete (Malasia, Australia y Japón), Lorenzo ha estado persiguiendo, con la ayuda de Yamaha, claro, una sanción al líder de MotoGP, un puntito más en su carnet de piloto para que saliera el último en una de las últimas carreras del año e, incluso, ha estado malhumorado, mucho. Tras aprovechar magníficamente el error de Honda y el equipo de Márquez, que dejó sin puntos al favorito en Phillip Island, y volver a protagonizar en Motegi (Japón) una victoria histórica para Yamaha, pues se trata de «casa Honda», el tetracampeón mallorquín volvió a ofrecer su mejor cara y, por supuesto, su discurso de campeón.

Porque lo brutalmente enorme de Lorenzo es que ha logrado llevar el título, bueno, la carrera por el título, hasta el último gran premio, cosa impensable por todos (él incluido, de ahí su mal talante, a veces), al llegar a Sepang. Lo tiene difícil. Y lo sabe. Pero sus declaraciones vuelven a ser las de todo un bicampeón de MotoGP, aquel que reconoce que está peleando contra el mejor joven de la historia, «contra un piloto que está haciendo una temporada extraordinaria en todos los sentidos, siendo rápido, desde el primer día, en todos los circuitos» y, por tanto, bastante hace con, tras sus lesiones y operaciones, haber logrado que esto aún dure.

Matthew Birt, que es uno de los periodistas de mayor prestigio que hay en el Mundial, especialista de la revista «Motorcycle News», asegura que para valorar «la barbaridad que está protagonizando Márquez, como el mejor rookie de la historia, tenemos que saber que lo está haciendo frente al mejor Lorenzo de la historia; es más, si no existiese Lorenzo, Márquez haría ya muchos grandes premios que sería campeón. Peor, aún, hubiese podido ganar carreras con una mano atada a la espalda».

De ahí que Lorenzo demostrase este domingo su alegría por el hecho de «haber sido lo suficientemente agresivo y competitivo como para aprovechar el regalo caído del cielo» que les hizo el equipo de «Marc al confundirse en el cambio de moto en Australia». «Nos dio algo de vida y lo hemos aprovechado».

En ese mismo circuito de juguete, de scalextric, donde Márquez, que sólo ha de terminar entre los cuatro primeros tras la bandera de cuadros, parece que le arrebatará el título grande a Lorenzo, Luis Salom se jugará el de Moto3, que, hace tres carreras, parecía pan comido y ahora se ha complicado después de que Isaac Viñales, -¡vaya!, primo de Maverick-, lo tirase en la primera vuelta de la carrera; Álex Rins cometiese el error de su vida al no conformarse con la tercera plaza y el niño Márquez, Álex, derrotase a Viñales sobre la misma línea de meta de Motegi. Quien gane en Valencia se lleva el título. Solución inalcanzable para Lorenzo.

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