Un dia 24 de junio de 1987 le dio por nacer en la ciudad argentina de Rosario a un niño muy bajito que, durante años, siguió siendo un niño retaco. Una deficiencia de la hormona del crecimiento le impidió el desarrollo natural de las piernas y que no pudiera practicar el fútbol, su máxima pasión. Fichado por el Club Atlético Newells Old Boys, el pequeño Lionel Andrés Messi Cuccittini, no pudo progresar en su carrera argentina porque su club no podía abonar los 900 dólares mensuales que costaba el tratamiento. Tampoco el River Plate se podía hacer cargo de aquel dineral para curar la enfermedad. Cuando más sufrimiento físico padecía, con trece años, apareció en su camino el Barcelona, uno de los grandes clubs mundiales, que pagó el importe de la cura y le hizo superar los problemas hormonales, lo matriculó en una Universidad de genios futboleros llamada La Masía, lo deslumbró en el gran teatro del Camp Nou, y lo alineó en Primera y en la Champions.

Y Messi, al que todos llaman Leo y no Lionel, empezó a coleccionar Balones de Oro, que, de sueño infantil, pasaron a quimera juvenil.

Nadie, hasta ahora -ninguno de los dioses que forman la nómina reducida del Olimpo- ha conseguido cuatro máximos trofeos de esta categoría superior. Cuatro Balones de Oro todos seguidos y cuatro titulaciones también seguidas como Mejor Jugador del Mundo. Y no sé cuántos títulos más, entre ellos el de máximo perforador -rompiendo todos los Guinness- de metas y guardametas legendarios. El mejor de la historia del Barça y el mejor de la historia del fútbol. El gordo de la lotería nacional -bueno, no el más gordo- nos tocó a los aficionados españoles y, sobre todo, a los afortunados culés, que no hemos dejado de disfrutar desde que vistió su camiseta blaugrana por vez primera en Montjuic en un partido de Liga contra el Espanyol. Messi tenía 17 años, 3 meses y 22 días.

Así, llegamos a la edición 2014 en la que veintitrés aspirantes van a disputarse el honor de esta gloria mundial. Entre ellos, Cristiano Ronaldo, que probó una vez sus mieles, y Ribery, el maravilloso delantero de Guardiola; y Xavi Hernández que con Iniesta forman el no va más del fútbol organizativo mundial; y Zlatan Ibrahimovic y Neymar, la nueva estrella del firmamento azulgrana, y Falcao y Robben. Y unos cuantos más.

El 13 de enero de 2014, en el Palacio de Congresos de Zurich, se celebrará una de las grandes fiestas del fúbol. Junto al Mejor jugador de la FIFA se entregará idéntico trofeo a la Mejor Jugadora. Ya sabemos que el fútbol femenino no ha alcanzado aún el eco multitudinario del fútbol masculino. Ocurre igual en otros muchísimos deportes, porque, supongo que el origen viene, en casi todos los casos y especialidades, de los enfrentamientos inicialmente bélicos que rebajaron su violencia para reducirlos a torneos medievales en los que seguían mandando e imponiendo las normas los hombres€ hasta que las mujeres se hartaron de pasar el tiempo entre costuras y cambiaron agujas, dedales, corazas, fogones y tijeras de corte y confección por raquetas, pelotas, porterías, botas, espinilleras, agravios y palabrotas.

La virtuosa brasileña Marta, aspira a ganar su sexto galardón mundial. Lo merecería. ¡Vivan la solidaridad y la igualdad de sexos! Adiós con el corazón al racismo. Viva el fútbol aunque veces pierda. Vivan los Balones de Oro, aunque puedan llegar a ser injustos.