Casi al final de «Cleopatra», la maravillosa película protagonizada por Liz Taylor, Octavio es informado de la muerte de su enemigo Marco Antonio con estas palabras: «Marco Antonio está muerto». Octavio, perplejo, se pregunta cómo es posible que alguien pueda referirse a la muerte de Antonio con la misma tranquilidad con la que se dice que la sopa está caliente o está fría. Marco Antonio ha muerto. Es un acontecimiento descomunal, grandioso, gigantesco. Octavio se enfada con el mensajero que le comunica que su enemigo ha dejado de existir porque se refiere a la muerte del gran Marco Antonio con el mismo tono que emplearía para decir que la sopa está caliente o fría. Los culés entendemos muy bien a Octavio.

El Barça es campeón de invierno. Y los medios de comunicación lo dicen con el mismo tono que emplearían para hablar de la sopa caliente o de la probabilidad de lluvias débiles en el Cantábrico. Pero los 50 puntos del Barça de Martino, el récord de jornadas siendo líder, la excepcional actuación de un Piqué al que los sabios del fútbol ya daban por muerto, la firme respuesta del Barça a los problemas planteados por el Atleti de Simeone en el Calderón, la capacidad del equipo de Messi y Neymar para sobrevivir a las ausencias de Messi y Neymar y el mantenimiento, con retoques, de un estilo de juego tan reconocible como una banda sonora de James Horner merecen algo más que un simple «el Barça es campeón de invierno». El Barça es un equipo descomunal, grandioso, gigantesco. Cualquiera puede decir que el Barça es campeón de invierno, del mismo modo que cualquier mensajero puede comunicar a Octavio que Marco Antonio ha muerto. Pero el Barça y Marco Antonio necesitan algo más que mensajeros. Necesitan poetas.

¿Al Barça le faltó valentía en el Calderón para intentar ganar el partido? Creo que los que dicen esto quieren decir más bien que al Barça le faltó temeridad. El Barça fue valiente, no temerario. La temeridad no es valentía, decía Aristóteles, sino imprudencia. Los valientes conocen el miedo, y el valiente Barça que vimos en el Calderón sabía que la mejor forma de perder el partido y el liderato era ser temerario y salir sin miedo con Messi, Neymar, Alexis y el espíritu de Quini en el equipo titular. El Barça es campeón de invierno. Marco Antonio está muerto. Un respeto.