Se hizo pública el martes una carta dirigida a las hermandades y remitida por el Obispado de Málaga el 12 de marzo. Ayer iba a acabarse el plazo para que las cofradías malagueñas pudieran hacer propuestas sobre los traslados y salidas extraordinarias. La epístola, titulada: «Reflexión en torno a las salidas extraordinarias -motivada por la necesidad de consensuar unos criterios-» apelaba de forma amable a los cofrades en unos términos tan democráticos como: «En modo alguno queremos que esta regulación sea una imposición, sino que lo que pretendemos es que de forma consensuada entre todos podamos establecer unas normas que regulen estas salidas, llamémoslas, extraordinarias». Esta cursiva -entrecomillada en el original- quiere referirse a tres posibilidades: los traslados, las oraciones públicas y las salidas meramente extraordinarias. Me quiero centrar en los traslados. No pueden andar los cofrades con la generación de negocio para la ciudad siempre en la boca. Sacar imágenes en procesión no debe excusarse en la caja que haga el tabernero de la esquina, sino en una justificación responsable y, por qué no, específicamente evangelizadora. Por eso aplaudo la decisión de la Delegación de Hermandades y Cofradías, que propone que se realicen estos traslados en fechas cercanas a la salida procesional (no diez días antes), con el recorrido más corto (un sinsentido salir a la calle desde una iglesia para volver a la misma) y del modo más simple (sin largas presidencias, bandas y parafernalias extemporáneas). Me decía un buen amigo algo así como: «Si los cofrades fueran más prudentes, no haría falta poner normas». Acaba la misiva con siete preguntas que tienen que ser remitidas al Obispado. Es tal la delicadeza del mensaje que se transmite a los cofrades en esta carta, que se trata de especificar en el caso concreto de cada cofradía. Me vinculo totalmente a esta consulta a los cofrades. Muy bien por el Obispado.