Será porque su icono no deja indiferente a nadie pero de Lorca a Madonna han sido muchos los genios que han ensalzado la figura del torero. La tauromaquia es sangre y acero, duelo y arena, silencio y ovación. Una religión pagana con el Cossío por biblia, una plaza como templo y un pasodoble como oración.

El toreo, como la mitología, también tiene su Olimpo, pero se llama escalafón y en su cúspide es donde José Tomás se encaja la montera. El arrojo de un empresario, la devoción de un público incondicional y la tradición taurina de esta ciudad han hecho posible que el maestro visite nuestra feria y desfile de luces por el albero malagueño para acabar serenamente plantado como una orgullosa biznaga en el epicentro de la Malagueta. Capote en mano, corbatín al cuello y la mujer malagueña en el horizonte.

Una corrida es una fiesta de muerte, un lance de habilidades. Parar, templar y mandar. Tan fácil y tan difícil. Sea como fuere una cosa está clara, el encuentro debe acabar con seis vacas viudas, de luto por el héroe que con trapío lo intentó y con bravura sucumbió al estoque. Y en Málaga son afortunados de poder asistir a ese espectáculo, los que puedan. En estos tiempos faltos de iniciativa y carentes de empuje considero una gran oportunidad que esta ciudad se posicione donde merece en el mundo del toro, tan vasto como intenso. El 23 de agosto se hablará de Málaga en todo el mundo, pues desde Japón a México son incontables los seguidores de la fiesta. Ese día Málaga será para muchos la envidia de propios y extraños. Por ese día todos querrán ser de Málaga.

El 23 de agosto la Malagueta trascenderá su arquitectura convirtiendo el ruedo en una dimensión artística que pocos privilegiados compartirán, un mano a mano con el rejoneador Hermoso de Mendoza que mucho me temo tendrá casi imposible eclipsar la figura del matador de Galapagar aunque lidie sus tres astados a lomos de un unicornio. Es lo que hay.

Ya pueden rasgarse las vestiduras los que quieran pero yo haré lo imposible por conseguir dos entradas. Respeto a los animalistas y a los anti taurinos como quiero que se me tolere por seguir la fiesta de la tauromaquia. Para mi son dignas de admiración la valentía del maestro, la inversión del empresario, la dedicación del ganadero, la nobleza del morlaco, la pureza del aficionado y la torería de esta ciudad. Y ya les digo que quien pretenda quitarme la idea de la cabeza tiene tanto porcentaje de éxito como quien monta una empresa de riego por goteo en el Amazonas, porque el idilio de Jose Tomás con nuestra tierra es tan recíproco como intermitente. Ambos se han ganado el respeto mutuo que solo un reconocimiento sincero puede forjar, y como son pocas las oportunidades de verlos juntos hay que asistir al encuentro para que la retina y la memoria se conviertan en testigos de nuestra suerte. Suerte de haberlos visto por primera vez. Suerte de recordarlos para siempre.