Hay quién se va a la francesa y quien se va dando un portazo. ¿Cómo será irse a la italiana? Nos gusta la gente que se va dando las gracias y una propina. Más le gusta al camarero. A veces uno se va obligado y no hay día que en algún momento el pensamiento pueda resumirse en ´me iría de aquí´. Tal deseo puede producirse en la cocina, en una fiesta de graduación, en un congreso de filatelia o en un atasco. Los toreros buenos se van por la puerta grande, otra de las muchas formas que tiene el olvido de desacelerarse. Irse es un arte sólo comparable al de llegar. La puntualidad es fácil a la hora de llegar. Casi imposible a la hora de irse. Contra lo que sostiene el dicho, sí hay cosas que se van con el agua caliente. Últimamente se está marchando mucha gente de la política. Incluso de la Monarquía. Se van concejales, se van secretarios generales de partidos en crisis, se van izquierdistas con usos capitalistas que son pillados con fondos de pensiones de dudosa ética. En España todos los que se han ido de la política caben en un minibús, pero estos días han llenado un taxi de buen tamaño. Está de moda irse, borrarse, najarse, darse el piro o ahuecar el ala. Largarse, marchar, huir. «Quédate» es una de las mejores cosas que le pueden decir a uno en la vida. Salvo si has ido a ver a un amigo preso. Algunas idas han sido desastrosas. Marchemos y yo el primero por la senda constitucional, dijo el felón de Fernando VII para dedicarse luego a destripar liberales constitucionalistas. Hay quien no se va del todo y se aloja en las ramas. Se va por las ramas. Tal vez se encuentra en ocasiones con el que se va por los cerros de Úbeda y entonces merienden juntos o se pegan un golpe de anisete. A medio camino. En Baeza o Jaén, por ejemplo. Deberíamos saber si hay más sinónimos de ir o de venir. Se ha ido como un caballero, dicen a menudo de alguien. Ignoran cuantos buenos caballeros aguantan estoicos y diríase impertérritos en las barras de los bares sin saber irse y, en efecto, no yéndose jamás. Finalmente se tambalean y por eso tal vez se inventaron los taburetes. Otros opinan que fue para descanso de las damiselas frágiles con tacones. Ir a la mili, ir de marcha, ir al grano, ir coger rábanos, ir a Teruel. Vamos más con el pensamiento y la lengua que con las piernas. En Francia, ¿se van a la francesa? Irse a la playa, irse de parranda. Estamos en la época de irse. El uno de julio o el quince o tal vez el siete, San Fermín. Es la gran ida. La gran escapada. Las vacaciones, que también se van, por cierto. Estos días hemos tenido para hacer una tesis sobre las diferentes formas de irse. Pero tal vez lo esencial sea no la forma sino qué queda. Como lo ven los demás o la historia o quien contempla nuestras espaldas y lento andar.