La crisis de la que algunos se empeñan en decir que estamos saliendo comenzó con una bofetada de realidad tras años de burbujas. El pinchazo del boom inmobiliario y bancario nos sorprendió dejándonos sin los sueños comprados a golpe de hipotecas fáciles. Pero se ve que le cogimos gusto a vivir rodeados de burbujas y estamos dispuestos a repetir. Comodidad o falta de imaginación. Quién sabe. Lo cierto es que nuevas burbujas amenazan otra vez a Málaga. La museística parece ser una de ellas pero no la única. Los proyectos culturales se multiplican alentados por la cercanía de las elecciones e incluso se intentan resucitar algunos a los que precisamente la crisis dejó en la cuneta como el Auditorio del puerto, rescatado ayer mismo por el alcalde De la Torre. El Pompidou, el Museo Ruso y el Bellas Artes son también protagonistas de este vendaval cultural que azota la ciudad. Una apuesta por la cultura como reactivador económico que puede funcionar aunque las necesarias cifras inversoras asustan nada más echarles un primer vistazo. Demasiados frentes abiertos cuando tal vez sería más prudente ir ganando batallas antes de iniciar nuevas guerras. Ahí están aún como triste recuerdo de un fracaso ligado a la burbuja inmobiliaria los edificios de los cines Astoria y Victoria, de los que ahora se dice que podrían convertirse en un mercado gourmet como propone una de las empresas interesadas. Un modelo de establecimiento de ocio que ya existe en otras ciudades y que en Málaga se apunta como solución desde hace años no sólo en el Astoria, sino también en la esquina del puerto o en el mercado de la Merced. ¿Otra burbuja más? Las ideas se repiten y la originalidad y la planificación brillan por su ausencia. Qué miedo da que al stock de viviendas que aún nos pesa se sume en un tiempo un stock cultural y de ocio.