Albert Rivera casi colapsa el centro de Madrid en la presentación de su programa económico, que han elaborado, entre otros, el economista Luis Garitano. El principal diario del país le concedió anteayer el fotón de portada y en el PP ya han ordenado a sus mitineros que se refieran a la formación con el nombre en catalán.

Ciudadanos está de moda. Al PSOE le conviene. Ciudadanos es el Podemos de la derecha. O no. Su auge es menor que el de la formación de Pablo Iglesias (tiene menos gente que llevar a las tertulias televisivas) pero es tendencia. Ascendente. Rivera gusta porque parece educado, limpio, sano y tiene el plus de valentía que el gentío otorga a quienes van a contracorriente en las mareas nacionalistas. Su programa económico es liberalote, partidario de la bajada de impuestos. Pero contiene pinceladas socialdemócratas. Por esto y pese a esto, pero por más cosas, están configurando una opción atractiva. A ella se arriman arribistas, rebotados del PP, derechones, apolíticos pero también regeneracionistas o gentes de centro que quieren un cambio sustancial. Y jóvenes. Se están comiendo con patatas a UPyD, que también se empeña en un unipersonalismo. Sin embargo, el hiperliderazgo en la formación de Rosa Díez lo ejerce alguien con síntomas de fatiga, que se presenta como nueva y lleva desde el pleistoceno en política. El gran envite/decisión de Albert Rivera es si se presenta como candidato a la presidencia de la Generalitat o al Gobierno de España. Presumiblemente, las elecciones catalanas se celebrarán antes. Ciudadanos se va a plantar en el Parlamento andaluz y estamos a diez minutos de que PSOE y PP, que lo ningunean con aplicación, comiencen a cortejarlo. Cortejar, en política, es también atacar. En cuanto lo ataquen en campaña le darán carta de naturaleza. En teoría, Ciudadanos pactará con cualquiera en las instituciones, pero está claro que en Andalucía son una opción votable para los que quieren que el PSOE deje de gobernar. Moreno Bonilla torea con el sueño de que Ciudadanos le haga un quite evitador de la cornada socialista. La metáfora no es de premio Nobel, pero al menos no es náutica. La metáfora.

Para las municipales también tienen candidatos con muchas posibilidades -en grandes ciudades- de entrar en sus consistorios. Las formaciones en auge en España apuestan por la descafeina política. Se presentan como no de derechas ni de izquierdas. El PP lo confía todo al discurso de que la economía mejora y el PSOE no tiene nada claro. Tal vez por lo único que pase Pedro Sánchez a la historia sea por haber inventado un nuevo método de defenestración y por haber hallado en Ángel Gabilondo, como escribió el otro día Zarzalejos en El Confidencial, a un Tiernito Galván. El diminutivo, no obstante, es nuestro. Los socialistas dicen que Ciudadanos es de derechas y los populares dicen que es de izquierda y que incluso quieren denunciar el concordato con la Santa Sede. Con independencia de opiniones coyunturales ad hoc para campañas electorales concretas, lo cierto es que el magma del cambio está más líquido que nunca en la política nacional, con nuevos líderes. De dos bandos: los inmovilistas y los rupturistas. Esa es ahora más la dialéctica que la imperante y clásica hasta ahora derecha/izquierda.