El mérito principal de algunos candidatos en las próximas elecciones es que no tienen biografía política alguna. El político con pasado, aunque no tenga ninguna mancha en el traje, se ha vuelto un producto tóxico. En una tertulia privada de la Corte se ensalza la buena imagen de cierto candidato, hasta que pregunto qué saben de él. Cuando reconocen que no saben casi nada, se hace un silencio, que denota por sí mismo las claras posibilidades del político en cuestión. Muchos veteranos de la política querrían empezar de nuevo, aligerando el curriculum (que antes inflaban) de cargos o responsabilidades que hayan tenido. Todavía no han surgido las agencias descontaminantes de pasado, pero no hay que descartar que sea un nicho de empleo. Incluso es posible que, como se hace con los testigos protegidos, se les invente una nueva identidad, con una nueva cara y las huellas dactilares borradas.