Tanto la fiscalía como la otra defensa de la infanta Cristina coinciden en que Urdangarin debe pagar por los pecados de la trama encabezada por su esposa. Anticorrupción acentúa el castigo para lavarse la vergüenza de haber exonerado a la hermana del Rey, los abogados privados cargan las penas al Duque por amor conyugal. Desde esta evidencia, se ha diluido notablemente aquel sentimiento de entrega infinita que el catedrático penalista Jesús-María Silva atribuía a su patrocinada. Esta devoción obligaría a una esposa a matar si su marido se lo ordena, sin incurrir en falta por ello. La confianza ciega matrimonial antes reclamada se ha quitado la venda. En este escrito solo se alude a «terceros» anónimos y sospechosos, que habrían torcido la voluntad de la inmaculada Infanta a buen precio. Se cita incluso «al gran Mario Benedetti» por la invención del neologismo «pormayores», sin venir a cuento. O por seguir con el cuento.

La Infanta ama menos a Iñaki, ante la rechifla suscitada por la primitiva defensa melodramática de Cristina de Borbón. Lo curioso de esta adaptación al medio y a los medios es que se acomete desde la pretensión de un Derecho inamovible, cuando esta oronda disciplina es más flexible y veleidosa que una tertulia de patio de vecindad. En su escrito postmoderno de esta semana, la defensa de la protagonista del caso Infanta quiere neutralizar la pena de telediario con la defensa de telediario, que se acomoda a los gustos de los espectadores como la programación de Tele 5.

Nos complace contemplar a catedráticos de Penal y a padres de la Constitución adoptando las técnicas de comunicación de Belén Esteban. El caso Infanta no ingresará en la historia como la primera condena a una Familia Real española, sino como el primer proceso en que todos los escritos de abogados, fiscales y jueces van dirigidos al curtido tribunal de la opinión pública, escéptico ante las pasiones absolutas felizmente desterradas. Así las cosas, la única defensa de cada miembro de la pareja Borbón-Urdangarin consiste en culpar al otro cónyuge. Aunque sea por amor.