Mis últimas líneas en este ´Punto final´ hablaban de mi afición a ver partidos de categoría minibasket y de lo que disfruto viendo a los más pequeños detrás de un balón. Esta semana vuelvo con nuevas impresiones, y más ahora que acaban de terminar los Campeonatos de España por Selecciones Autonómicas donde Andalucía ha conseguido un bronce en masculino y una plata en femenino, un nuevo éxito que tenemos que apuntarnos todos los que trabajamos por este deporte. En estos torneos me he dado cuenta de que el baloncesto es tan sencillo que los entrenadores tratamos de complicarlo.

Hoy vengo a referirme a algo tan básico como puede ser la técnica individual en las categorías base, sobretodo en esos pequeños que aún no han dado el salto a las canastas grandes y a los que les queda un mundo por descubrir. ¡Qué importante es para ellos saber botar, pasar y tirar a canasta! Parece algo tan fácil que muchos no le dan importancia y parece algo tan obvio que algunos no insisten en ello. Hace poco comentaba con un compañero que jamás he entendido a esos entrenadores que trabajan más el juego colectivo que el juego individual, que centran sus entrenamientos en defensas presionantes y ataques con diversos movimientos y no hacen hincapié en que todo eso no sirve absolutamente para nada si sus jugadores no saben botar una pelota. Algo tan evidente como eso, o como pasar un buen balón al compañero, es lo que hace que el juego minibasket sea bonito, aunque a veces otros se empeñen en estropear esta fiesta semanal con sus defensas zonales que aunque no están permitidas en edades tan tempranas las desarrollan sin ningún tipo de problema.

Mis palabras de hoy no son en absoluto una crítica, y si alguien las toma así, que las vea desde el enfoque constructivo. No es difícil encontrar en la actualidad equipos de distintas edades que no dominan lo más básico de este deporte y sin embargo defienden en una serie de situaciones que quizá no son recomendables para su evolución. No entiendo cómo un entrenador que ha sido elegido para enseñar a esos pequeños pueda priorizar el ganar antes que el aprendizaje. Está claro, y eso no lo voy a negar, que las victorias aceleran en cierto modo la evolución de muchos niños y niñas, que si se van ganando partidos la ilusión crece y le ponen aún más interés a los entrenamientos. Pero, ¿y los equipos que quizá no ganan tanto? ¿Qué hay que hacer con ellos? No se me ocurre otra respuesta que no sea la de seguir trabajando con más ganas e intentar que esas derrotas no signifiquen saltarse etapas de aprendizaje. Como bien dirían nuestros ´mayores´, antes de saber multiplicar y dividir, hay que saber sumar y restar.

Tampoco es extraño encontrarse jugadores en categorías superiores como infantil o cadete a los que se les ve de lejos que no terminan de controlar ciertos aspectos técnicos, como un cambio por delante o un cambio de ritmo, y sin embargo son buenísimos en el juego sin balón o bloqueando a un compañero. ¿Merece la pena tomarse este deporte de esta manera, o es mejor disfrutar intentando competir mediante la evolución lógica y constante de tus chicos? En San Fernando he disfrutado de un baloncesto puro, un baloncesto de conceptos técnicos por encima de los tácticos y de un deporte donde el 1x1 ha sido el germen de cada una de las victorias que se han conseguido.

He gozado de esta locura descontrolada que supone el baloncesto minibasket y del que tanto he aprendido al lado de uno de los mejores técnicos andaluces como es Ismael Puyana. Ni que decir del gran disfrute que siente uno cuando ve a un pequeño lanzar como debe un tiro libre. «Es que mi entrenador dice que tire como quiera, pero que la meta», he escuchado alguna vez, y es que con este tipo de afirmaciones no creceremos nunca, ni nosotros ni nuestros jugadores, que al fin y al cabo son a los que nos debemos y en los que tenemos que confiar una vez en la pista. Si nosotros no nos sentimos responsables de su aprendizaje es que no estamos hechos para sentarnos en un banquillo.