Resuelto a cortar por lo sano, el Líder Supremo de Corea del Norte acaba de destituir de un cañonazo a su ministro de Defensa bajo la acusación de llevarle la contraria y, por si eso fuera poco, quedarse dormido durante un desfile. De acuerdo con su rango, el general dormilón fue ejecutado por medio de un disparo de cañón antiaéreo. Se conoce que el cañoneado -que no fusilado- pertenecía al arma de Aviación.

El ya excamarada Hyon Yong Chol, que así se llamaba el desventurado y soñoliento ministro, es uno más de los setenta altos cargos eliminados -literalmente- por Kim Jong Un desde que hace tres años heredara de su padre, Kim Jong Il, el trono comunista de Corea del Norte. Entre los pasados por las armas figura incluso un tío suyo, al que el temible Kim consideró reo de ciertos delitos «contra la economía»: quizá porque gastaba demasiado.

La cifra de ultimados parece algo excesiva, pero hay que tener en cuenta que en ese lejano país no es costumbre destituir, sin más, a los ministros o subsecretarios que pierden la confianza del jefe. Esas son debilidades propias de la decadencia de Occidente que el severo Kim Jong Un no está dispuesto a permitirse. Al que no cumpla con su función, perdigón.

Fáciles son de imaginar las consecuencias que tendría la aplicación de tan drástico método de gobierno a cualquier otro país. En España, por ejemplo, el presidente Rajoy sería un claro candidato a sufrir las iras de un Jefe de Estado como el que manda -y mucho- sobre los norcoreanos. Si a un general se le cañonea por el mero hecho de quedarse ligeramente traspuesto en un desfile, cualquiera sabe lo que le pasaría a quien, como Rajoy, tuvo el desliz de calificar de «coñazo» una de esas paradas militares.

Nada de ello quita mérito al sistema ciertamente brusco implantado en Corea del Norte. Las purgas de Kim han demostrado ser mucho más eficaces que la famosa purga de Benito para el ejercicio y, sobre todo, la conservación del poder. Nadie de la dirigencia nombrada por el déspota sabe cuál será el siguiente en caer: y gracias al ejemplo del general ejecutado por dormirse, todos pueden llegar a la conclusión de que al camarón que se duerme se lo lleva la corriente. O el cañón antiaéreo, que es peor.

Por expeditivo que parezca, el Brillante Camarada Kim Jong Un se limita a seguir la tradición de otros regímenes similares, como el de la ya extinta Unión Soviética y el de su vecina China. Famosa fue, por ejemplo, la Gran Purga con la que Stalin eliminó a unos cuantos cientos de miles de miembros de su propio partido bolchevique, acusados de derechistas, quintacolumnistas o simplemente poco entusiastas con el mando. En China, Mao purgó a sus adversarios a golpe de Libro Rojo y Revolución Cultural, aunque luego fuesen los maoístas más devotos los que sufriesen a su vez el purgatorio tras la muerte del líder. Y así hasta hoy.

Lo inquietante en el caso de Kim Jong Un es que este sátrapa con aspecto de niño repelente de la clase no entretiene sus ocios con videojuegos de guerra, como cualquier otro rapaz. El Líder Supremo dispone de todo un surtido de cohetes nucleares que de vez en cuando utiliza en modo de pruebas para meterles el miedo en el cuerpo a sus enemigos imperialistas. Una vez visto cómo trata a sus generales, conviene llevar cuidado con él. No sea que se anime a purgarnos a todos.