Promesas

Quedan cinco días. Cinco largas jornadas en las que nuestros políticos se esforzarán por acaparar nuestra atención, en los que procurarán hacernos un guiño para que cojamos su papeleta y no la del de al lado. Cinco días en los que nos instarán a participar en la «fiesta de la democracia». Cinco días para dejar de oír promesas.

En estos diez días que ya han pasado y en los cinco que nos quedan, los partidos se han reunido con vecinos, con asociaciones, con empresarios y profesionales de toda índole. En las elecciones de este domingo las promesas pasan por parques, mejoras de limpieza o la bajada de impuestos municipales. En las de hace dos meses, nos hablaban de educación, sanidad o servicios sociales. En las que se avecinan a final de año nos prometerán grandes infraestructuras como carreteras o ampliaciones de aeropuertos, amén de nuevas medidas para favorecer la creación de empleo. Pero en unas y otras habrá promesas que no llegarán a buen puerto, otras que se quedarán a medio hacer y algunas que saldrán adelante. Y muchas necesitarán de la ayuda de la oposición para lo que harán falta acuerdos lejos de las mayorías absolutas que se alejan de la democracia más participativa. Porque quedan cinco días para dejar de oír promesas, pero quedan seis para que empecemos a escuchar el término pacto. Ahora suena en algún titular, en alguna entrevista a partidos minoritarios, pero a partir del lunes va a ser la palabra de moda. Los asesores hasta hoy enfrentados se telefonearán y tomarán café. A las cábalas de estos días se sumarán realidades, debacles y más de una sorpresa.

Quedan cinco días para que algunos dejen de gobernar y cinco para que otros rocen la posibilidad de hacerlo. Mientras los ciudadanos acariciamos la normalidad nuestros políticos esperan intensamente la llegada del 24 de mayo. Unos lo desean, «que llegue ya». Otros le temen y saben que deberán buscarse la vida en un breve plazo de tiempo tras años de acomodo. Y unos pocos, con suerte, se estrenarán en los plenos municipales.