Alguien dijo que en política se puede hacer de todo menos el ridículo. En total el, PP ha perdido en estas elecciones municipales 28 de cada 100 votos que obtuvo hace cuatro años. En la ciudad de Madrid ha perdido ´solo´ 26 de cada 100 votos. Esta diferencia le debe de parecer suficiente a Esperanza Aguirre para dar lecciones a Mariano Rajoy y proponer refundaciones mientras llama a la cruzada contra la candidata de Podemos, a la que identifica como el diablo antidemocrático pese a ser una superviviente de la muy antidemocrática matanza de Atocha, 1977. Aguirre, genio y figura. Trató de lanzarle una OPA hostil a Rajoy en 2008, tras la segunda derrota electoral del gallego en las generales, pero éste ganó la partida sumando a su causa a los barones mediterráneos, hoy tocados y hundidos. Entonces Aguirre era la popular que ganaba cuando el partido perdía. Hoy en la calle Génova tienen el recurso a mostrar la victoria en un 42% de ayuntamientos, por mayoría absoluta o relativa, mientras que Aguirre está a punto de perder la gran plaza, el pivote, el nudo, el escaparate, el símbolo. Mandar en el país y en la capital es lo más parecido al poder absoluto, y perder la capital es la antesala de la pérdida del país, como se empezó a oler Felipe González en 1989, cuando el suarista Rodríguez Sahagún pareció tomar la Plaza Mayor, aunque fueron los 20 concejales populares quienes asumieron de verdad el gobierno. 26 años lleva el PP mandando sobre el oso y el madroño, y va la lideresa y los echa por la borda con castizo desparpajo, entre chascarrillos y persecuciones de los guardias de la multa. Y encima da lecciones de refundación. En la planta noble de la calle Génova hubo probablemente, la noche del recuento, sentimientos encontrados, paradójicos y contradictorios cuando llegaron los resultados de Madrid. Alguien preguntó: ¿Cómo vamos? Le respondieron: Mal, vamos a perder unos cuantos dientes en el batacazo. Luego pregunto: ¿Cómo le va a Esperanza en Madrid? Le respondieron: Se la pega y la pueden echar. Y se oyó el comentario: Menos mal.