Al menos en Málaga, donde hoy Francisco de la Torre seguirá al frente del Ayuntamiento otros cuatro años. O en Granada. O en la comunidad de Madrid, o en la Junta de Andalucía. Habría que tirar de hemeroteca para ver si Albert Rivera ha proclamado durante los últimos meses si Ciudadanos pertenece a ese grupo de partidos «por el cambio», que persiguen la regeneración democrática y que, con tres o cuatro pactos, han dejado las cosas como estaban en otros tantos sitios. Porque hay cosas que no cambian. No cambian en la vida, cómo van a cambiar en la política, o en el deporte. La polémica de esta semana, por ejemplo, por las palabras de Gerard Piqué en la celebración del triplete del Barcelona, aludiendo a Kevin Roldán y a la fiesta de cumpleaños de Cristiano es una de las mayores pamplinas de una temporada llena de pamplinas rodeando el césped del terreno de juego. En las salas de prensa se ha ido alimentando una polémica absurda, de una frase absurda, que saltaba a la grada el jueves, provocando que muchos aficionados pitasen al central de la selección por, al fin y al cabo, ser algo original y gracioso en su discurso. Como tantas y tantas veces en el fútbol español, ha sido más el relámpago que el trueno en sí. La historia se repite también en educación. Un juego online, ¡¡un juego!!, Golpea a tu profesor, ha puesto en alerta a los profesores más defensores de lo políticamente correcto, no vaya a ser que a los chavales les dé en clase por ponerse a lanzarles reglas a la cabeza a los maestros cuando no les apetezca hacer un problema de matemáticas. Como si los que nos hemos criado viendo Bola de Dragón fuéramos por la calle erizando el rabo -con perdón- o haciendo ondas vitales a quien nos mire mal, como temían quienes demonizaban en los 90 las series de dibujos animados o los videojuegos medianamente violentos. Podemos esperar que cambien las cosas, desde luego, pero las mentes cerradas de algunos no cambiarán, precisamente por eso, por su miedo al cambio.