Hacer(se) un Obama, por Miguel Ángel Loma Pérez

Intentando extraer alguna consecuencia positiva de la frustrada visita de Obama a Sevilla, quizás sería conveniente proponer a la RAE que aprobase una expresión, que al menos nos dejase un gráfico recuerdo de su malograda estancia. El término sería «hacer, o hacerse un Obama», y significaría eso que todos sabemos y que no admite mayores explicaciones que algunos ejemplos aplicados a nuestro habla común. Como los siguientes: -«Quedamos con el Yónatan y la Yessi para que nos llevaran en su coche a la playa, y aunque hombres y mujeres los estuvimos esperando y nos habíamos depilao toas las piernas, al final nos hicieron un Obama y ni siquiera aparecieron». -«¿Te has enterao de lo de la Yénifer? Se iba a casar y cuando llegó el momento le hizo un Obama a su novio Crístofer, y lo dejó tan tirao que todavía anda el tío devolviendo los regalos de boda». -«Hacía tanta caló el otro día, tío, que aunque la Vane nos invitó al chalé de sus padres y tenían ya prepará la barbacoa con tós sus avíos, les hicimos un Obama y se quedaron con las carnes abiertas y las zarcishas al sol». -«¿Que no has visto Bienvenido Mr. Marshall? Pues te la aconsejo; va sobre un pueblo donde esperan muy ilusionados la visita de los yanquis, y cuando éstos llegan, le hacen un Obama al pueblo y pasan de largo. Ya sabes, una crítica soterrada al franquismo...».