Creo que el primer disco que compré en Candilejas, uno de The Cure, fue en 1987, a mis tiernos y muy snob 11 años. El vinilo lo tengo en casa de mis padres, primorosamente plastificado como la joya que es y a partir de ahora también como resto del naufragio de un barco que, una vez, estuvo lleno de tesoros. Tengo muchos más pecios en mi poder, porque, la verdad, me gasté media paga de niño y adolescente en la tienda de Pepe -la otra mitad, en la de Enrique y Fran, la recordada Discos Pat-: ahora mismo he cogido mi copia en cedé de 'Loveless', de My Bloody Valentine -de la que procuro no separarme nunca demasiado-, y me ha venido a la cabeza la cara de simpática identificación con que Alejandro me despachaba la compra. Como comprenderán, un chaval que a los 11 años escucha a The Cure no tiene demasiados amigos y yo no era una excepción; de ahí que esa especie de camaradería y solidaridad entre melómanos de la que disfruté muchas veces en Candilejas -¡por Dios, este hombre me encontró, cuando eran inencontrables, 'Laughing stock', de Talk Talk, y 'Ro Sham Bo', de The Grays'!- fue más allá del intercambio de dinero a cambio de un producto.

Cuando un local de este tipo echa la persiana metálica, uno siente la tentación del 'cualquier tiempo pasado fue mejor' -yo mismo he borrado varias frases de ese tipo para este texto-, porque negocios como Candilejas acaban formando parte de la educación sentimental, cultural y personal de quien atraviesa su puerta. Pero, ¿para qué conjugar ventajistamente en pasado?: para casi todos, incluidos muchos de los que tiempo ha eran clientes habituales de Candilejas, comprar discos es una cosa del pasado; bastantes de los que ahora lamentarán el cierre de la tienda hace años que no pasan por allí. Y está bien, quizás haya tenido que ser así, no se trata de culpabilizar a quien haya abandonado, por las razones que sea, antiguos hábitos, pasiones y necesidades. Lo importante no son los medios, los vehículos, ni siquiera las personas detrás de la música... Cuando la legendaria tienda de discos de Manhattan Other Music anunció su cierre, sus responsables escribieron: "Este negocio ha cambiado, esta ciudad ha cambiado, pero los discos seguirán dando vueltas, y sólo te piden una cosa: que sigas apoyando la buena música, donde y como puedas". En realidad, de eso se trataba todo. Y yo eso lo aprendí en Candilejas.