No hace mucho que los medios de comunicación occidentales hacían chanzas de sus colegas de Corea del Norte. Con mucha guasa señalaban la omnipresencia del Gran Líder en los noticieros de Pyongyang: el Gran Líder inaugura el edifico tal, el Gran Líder visita la fábrica cual, el Gran Líder clausura el congreso del partido.

Desde un punto de vista costasoleño resulta extraño que tal protagonismo del presidente de la hermética República Popular escandalizase a los periodistas de las cadenas europeas y norteamericanas; a fin de cuentas las situaciones descritas resultaban aquí muy cotidianas. No había más que preguntar a los espectadores de algunas televisiones locales o los lectores de determinados periódicos de distribución gratuita en ciertos municipios turísticos malagueños; bastaba con sustituir «Gran Líder» por «alcalde» para detectar asombrosas similitudes entre ambos contextos culturales, tan diferentes por lo demás. En todos los casos financiados con dinero público, eso sí, lo que ya deja de tener gracia y sugiere preguntas muy pertinentes acerca de la conveniencia y viabilidad de tales medios de comunicación municipales consagrados a la hagiografía fácil y rastrera.

Onda Azul, la televisión de Málaga, no es ejemplo de tales prácticas y cuenta en su plantilla con unos magníficos profesionales que toman el pulso a la ciudad de una forma amena y didáctica. Pero esta semana hemos sabido detalles acerca de la irregular gestión llevada a cabo por la anterior gerente -destituida hace pocos meses por decisión unánime de todos los grupos- en materia de personal y compra de material. ¿Deben financiar los ayuntamientos televisiones locales? ¿Es su existencia una prioridad? No lo sé. Lo inaudito es que se hayan propiciado actitudes como las descritas.