Cuando se acerca la primavera volvemos a repetir aquello de «que afortunados somos». Es así, al menos por lo que respecta al clima, Málaga y Andalucía somos la envidia, no sólo de nuestros vecinos europeos, también de nuestros mismos compatriotas del norte o centro del país.

¡Vaya clima que tenéis en Málaga! volverá a ser la frase preferida de los que nos visiten, y tienen razón. Tenemos mejor clima que en Galicia, La Rioja o Madrid, allí en invierno se mueren de frío, pero en compensación morirse les resulta, económicamente hablando, más barato que por estas tierras del sur. Debe ser ese el motivo, las bajas temperaturas que hacen a los residentes de aquellos lares estar más expuestos a un refriado mal curado, por lo que sus gobiernos autonómicos, con buen criterio, les rebajan o suprimen en el Impuesto de Sucesiones hasta quedarse en algo simbólico.

Pues eso, nosotros tenemos más sol y mejor clima pero pagar, pagamos más que ningún otro español. Morirse hay que morirse, como decimos por aquí «estaría de Dios», pero dejar bienes en herencia a un andaluz puede llegar a ser un regalo envenenado. Incluso si quieres fastidiar a un pariente o vecino, no tienes más que incluirlo en el testamento y a pagar, eso sí, en ese caso con un mensaje póstumo: «paga y disfruta del buen tiempo, que para eso eres andaluz».

Visto así, habrá que preguntarse si compensa vivir en esta tierra, nuestra sanidad a la cola del país, nuestra educación según el informe PISA también y nuestra carga impositiva a la cabeza. Algo falla cuando otras comunidades han dejado prácticamente de gravar el impuesto sucesorio y sus números cuadran más que los nuestros. Conviene recordar que en el Impuesto de Sucesiones, al ser un tributo cedido por el Estado, lo recaudado en Andalucía se integra en el sistema de financiación de las comunidades autónomas, por lo que no todo lo pagado aquí necesariamente ha de quedarse en Andalucía. Lo que hace aún más incomprensible el empeño en mantenerlo.

Contribuir al sostenimiento de los servicios públicos con nuestros impuestos es obligado y solidario, no hay objeción. Pero el Impuesto de Sucesiones y Donaciones es más que cuestionable, ya que viene a gravar por tercera vez las mismas rentas, los mismos ingresos por los que ya se había pagado con anterioridad. Primero tributas por IRPF, después sigues pagando impuestos para mantener el patrimonio comprado con el dinero que sobró y, cuando te mueres, si es en Andalucía, tus herederos vuelven a pagar por lo que ya pagó doblemente el difunto.

A partir de ahora, cuando escuche aquello de «qué suerte con el clima que tenéis aquí» no dudaré en responder «sí, pero al final el sol lo pagamos».