Ya todo el mundo sabe que un suido es un jabalí. Sin embargo jabalí es mucho mejor palabra, pues arranca con una jota que evoca algo primario y acaba en una sílaba aguda rematada en una punzante í, tan afilada como un colmillo del bicho en cuestión. Por otra parte, si no yerro, tan suido es un cerdo como un jabalí, y sin embargo nadie dice «me gustan las chuletas de suido», ni a alguien que nos ha armado una le decimos «te has portado como un verdadero suido». Al jabalí le ha tocado últimamente el papel de malo de la película, por acercarse en exceso al gran depredador. Encima es feote, gruñón y en la estatuaria del peluche infantil es infrecuente. No se le quiere, está claro. La misma palabra suido da idea de algo ajeno y muy suyo. Verlo moverse por el monte cuando va solo y descuidado, balanceándose como un tonel con patas, siempre me produce ternura. Yo lo seguiré llamando jabalí.