Es el título de una breve pieza de Ernest Hemingway, una charleta entre tres soldados romanos, «un poco trompas», a las 11 de la noche de, se supone, tal día como hoy del año 33. Han tenido de ocuparse del asunto de la crucifixión, y ahora toman una ronda de tinto, mientras comentan el día. A uno de ellos, el «soldado tercero», le ha quedado un dolor de barriga. El «soldado segundo» es el autor de la lanzada, por razones, por así decir, humanitarias («era lo menos que podría hacer por él»). Hablan de las mujeres que iban con él, y de una en concreto («su chica», dicen). Los tres coinciden en que el hombre del que han tenido que ocuparse «se ha comportado». También en que podía haber parado aquello, pero «no era su estilo». Han quedado afectados, y uno de ellos se siente fatal. Pena que, emparedada entre la beatería y cierto laicismo mal digerido, la pieza no se represente en este día.