En Marbella se oyen tambores de guerra. Los independentistas de Opción Sampedreña (OSP) han decidido romper el pacto de gobierno municipal para unirse al PP y desbancar a un PSOE secuestrado por la versión costasoleña de Podemos. Y es que quien con niños duerme amanece meado, es sólo cuestión de tiempo. Que tomen nota quienes aspiran al poder a cambio de prostituir ideales, propuestas y esencias.

El anuncio de dicha deriva se produjo en rueda de prensa celebrada el pasado viernes a las 23:30 horas, un horario tan extraño como meditado, pues implica dejar todo un puente por delante para que el pueblo entero se enrede en dimes y diretes, y así la simiente crezca y arraigue en cada rincón y oído dependiendo de la filia o la fobia ideológica de cada uno. Ya dijo alguien que morirse en fin de semana era de mal gusto por joderle el descanso a los allegados, pues aprovechar días de esparcimiento para anunciar un politicidio no lo es menos aunque, como digo, conlleve el beneficio de no ver la noticia empañada por alguna detención de un cargo del PP, la destitución de algún dirigente del PSOE contrario a Sánchez, o alguna parida en redes sociales de Echenique, Garzón o Rufián. Bueno, perdón, lo de estos tres sí puede ocurrir, su diarrea conceptual no entiende de días libres.

Habrá quien diga que lo de Marbella era un final anunciado, que en las últimas juntas de gobierno olía mal, pero lo cierto es que el momento no llegaba, como los fichajes del Barcelona. De hecho el aún alcalde ha dicho que se enteró de la moción por la prensa, lo que supone un doble error: primero, porque demuestra que no sabes lo que pasaba en tu propia casa y que no te has leído El arte de la guerra, lectura obligada en primero de política; y segundo, porque reconoces públicamente ese enorme fallo, lo cual es imperdonable hasta para un becario de guionista de House of Cards.

Este lunes compartieron rueda de prensa los independentistas sampedreños y los populares marbelleros para anunciar la moción de censura, incrementando la catarata de comparecencias desatada desde el pasado viernes. Y es que no ha faltado nadie por convocar una rueda de prensa, hasta Podemos ha tirado de micrófono para desdecirse una vez que se ha visto de palmero, porque la casta es como la carne humana para un Grizzly, una vez que la pruebas ya no puedes parar. Marbella bien vale un ridículo.

Supongo que los concejales del PP ya están desempolvando sus trajes a medida y ensayan frente al espejo ese gesto despectivo de verse rodeados de estúpidos mortales, el mismo ademán con el que se paseaban cuando tenían mayoría absoluta, el mismo por el que la gente entendió que debían ser castigados en las últimas municipales. Ángeles Muñoz no puede esconder su media sonrisa, tampoco creo que lo intente con ahínco, pero debe tener muy clara una cosa: o pone coto a la actitud altiva de sus acólitos o no habrá que esperar mucho tiempo para volver a la oposición, porque esa actitud de porque yo lo valgo está muy bien en según qué ambientes, pero la política de puertas cerradas, citas imposibles y flotar por encima de tus votantes es equivocada, y se paga.

Parece que el PP heredará un pueblo sucio, inseguro, desorganizado, y mal encaminado, así que tendrá a huevo hacer las cosas bien o, como mínimo, mejor. Es la ventaja de no hacer oposición y sentarte a ver como el tronco se va venciendo solo hasta partirse por su propio peso, así que el pueblo de Marbella y sus gentes ya están con los cuchillos afilados y en disposición de no conceder ni siquiera el beneficio de la duda a los futuros responsables municipales. No valdrán excusas, ni componendas, ni pactos de sillón. Ya está bien de tonterías y hacernos pasar por tontos. Quiero que, en cuanto acabe esta crisis de gobierno y llegue un nuevo resultado municipal, se remanguen sin demora y arreglen tanto desaguisado.

Quiero verlos sudar, que revienten de andarse la calles, que se les seque la garganta de hablar con los vecinos, que le piten los oídos de escuchar quejas, que les duela el túnel carpiano de firmar medidas beneficiosas para la ciudad. Todo lo que no sea eso me lo tomaré como una muestra de falta de respeto, de chulería, de suficiencia, de historia repetida, de tomadura de pelo, de fin a corto plazo.

El árbol socialista de Marbella ha caído por dejar que la termita podemita pudra su madera. Como el que venga se duerma en los laureles ya tiene preparada una corona hecha de astillas, astillas recogidas de ese mismo árbol caído.