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Tribuna

Llueve sobre mojado

En total, 18 años llevan los viejos partidos proponiendo y garantizando el tren litoral

La eterna promesa del tren litoral en la Costa del Sol sumó el pasado fin de semana un nuevo capítulo con la presencia del actual ministro de Fomento en Marbella, donde el Gobierno volvió a garantizar su construcción. El nombre Íñigo de la Serna se ha unido al de todos los ministros del ramo desde el año 2000, la fecha de la primera promesa para esta infraestructura que vertebraría una de las zonas geográficas más dinámicas de nuestro país.

Ninguno de los ministros de Fomento de los últimos 18 años se ha resistido a prometer una infraestructura muy esperada en Málaga: la conexión ferroviaria que sustituya a la saturada e insuficiente línea de Cercanías Málaga-Fuengirola. Álvarez Cascos, Magdalena Álvarez, José Blanco y Ana Pastor, hasta el actual Íñigo de la Serna, han generado ilusión y expectativas a ciudadanos y empresarios desde Manilva hasta la capital. Al PP y al PSOE les gusta prometer, ilusionar y, pocas fechas después, desilusionar a los malagueños.

También desde la Junta de Andalucía se ha prometido esta infraestructura de forma reiterada y hasta se llegó a licitar algún tramo. En 1999 se planteó el proyecto de llevar el ferrocarril a toda la Costa del Sol y en 2011 se firmó un convenio con el ministro Blanco, que luego sólo llevó a la licitación de un tramo y al posterior abandono del proyecto.

La franja litoral de Málaga no es sólo una zona turística de primer orden y de ámbito internacional que necesita una conexión ferroviaria de gran capacidad: desde Estepona hasta Málaga, pasando por Marbella y el resto de municipios, que conecte con el aeropuerto de la capital, uno de los pocos rentables de España. La Costa del Sol es mucho más que un destino turístico. Basta con visitar cualquiera de sus ciudades para darse cuenta de que es un gran foco de actividad económica: todos los municipios atraen inversiones y generan una gran actividad económica, y su conexión la convierte en una gran ciudad metropolitana, una gran conurbación urbana donde conviven personas de muchas nacionalidades, donde hay más de medio millón de habitantes censados con elevados ratios de movilidad y un tejido empresarial dinámico que precisa infraestructuras de primera calidad.

Esta realidad económica, turística y demográfica precisa mucho más que promesas. Son necesarios hechos. La vieja política ha venido prometiendo mucho, pero se ha olvidado de cumplir lo prometido. En total, 18 años llevan los viejos partidos proponiendo y garantizando el tren litoral, y no hay ninguna razón para pensar que esta promesa de 2018 sea la que se vaya a cumplir. Los ingredientes son los mismos que en las promesas anteriores: nuevos estudios y trámites que hacen recordar a vetustos incumplimientos.

El descrédito de la política entre la ciudadanía tiene su fundamento en la corrupción, por encima de todo; pero también en los incumplimientos de las promesas, en la falta de reformas que mejoren el nivel de vida de los ciudadanos y en la mala gestión con infraestructuras sin uso. El Palacio de Ferias de Antequera es un ejemplo.

En definitiva, nuestros actuales gestores siguen prometiendo el tren litoral de la Costa del Sol. Ahora ha tocado 2018 después de 18 años. Este fin de semana se ha escrito otra página del libro de promesas cuyas hojas creen algunos que los malagueños no recuerdan. En Málaga y su dinámica Costa del Sol llueve sobre mojado con el anuncio del tren litoral.

*Hernández White es portavoz de Ciudadanos Málaga

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