Cuando decidí que mi sueño sería ser jugadora profesional de fútbol, no lo hacía pensando en lo que muchos idealizan: sueldos millonarios, chalets a pie de playa, lujosos coches, etc. Mi sueño era vivir semanas como ésta, en la que puedo sentir cómo la ciudad, el club y los medios se vuelcan con nosotras ante una cita importante como son los play off de ascenso a la poderosa Liga Iberdrola.

Han sido unos días ajetreados, pero emocionantes a más no poder para todo el equipo y para mí. Entre entrenamientos, eventos con el club y entrevistas con la prensa ha quedado muy poco tiempo para lo extradeportivo. Ya sabemos que esto es lo que se avecina en las siguientes semanas, pero, ¿acaso no debo sentirme una persona afortunada por sacrificar tiempo por lo que más me gusta? Lo soy. Y además por ello, agradecida.

A ti. Agradecida porque siendo de un pequeño pueblo, del cual estoy enamorada, de menos de 500 habitantes, decidiste que nos teníamos que mudar, a otro pueblo, en este caso de Barcelona, Vilassar de Mar, donde comenzó este viaje lleno de aventuras que me ha traído ahora hasta Málaga.

Agradecida porque cada domingo, de la mano, nos llevabas a mi hermano y a mí al campo de fútbol donde veíamos jugar a mi padre y al cual siempre quise parecerme. De ahí que de tanto verme saltar al campo en los descansos de los partidos, los responsables de aquel club decidiesen un día hacerme una prueba para iniciarme con el equipo de los niños.

Agradecida porque compaginar deporte y estudios no era tarea fácil en aquel momento y tú siempre estabas ahí para ayudarme con los deberes del colegio o para aclararme cualquier duda que me surgía.

Agradecida porque en mis peores momentos, las graves lesiones que he sufrido en mi carrera profesional, la primera a quien llamaba era a ti y siempre tenías la palabra correcta para hacerme sentirme mejor y hacerme ver que cualquier obstáculo en mi carrera me iba a hacer crecer de ahí en adelante como jugadora de fútbol y como persona.

Agradecida por esos «te lo dije» o «tu verás», que me han servido para prepararme para la vida. Me enseñaste a ser fuerte y luchar por mis sueños, me hiciste creer en ellos y me ayudaste a preparar la maleta que me llevaría un día a Estados Unidos para cumplir el deseo de jugar en la mejor liga de fútbol femenino que hay en el mundo.

Agradecida porque hace justo ahora dos años tu corazón te dio un buen susto, pero contigo no hay quien pueda y una vez más volviste a demostrar que estás hecha de otra pasta, que eres de verdad esa superheroína que siempre he creído que eres.

Agradecida porque cuando ya me veía en casa volví a embarcarme en un nuevo reto que me alejaría de ti cientos de kilómetros, pero con nuestras conversaciones, Málaga y Teruel parecen dos ciudades vecinas.

Por ser mi maestra particular, este domingo fue tu día, pero hoy también. Y mañana. Y pasado. Porque el cariño de una madre es incomparable y cualquier día es bueno para decir, ¡Gracias mamá!