El de la farola encendida es bueno. Empiezas a reírte desde que imaginas al tipo, con un aliento similar al hipoaullido huracanado de Pepe Pótamo y con el que haría estallar todos los alcoholímetros de la Guardia Civil de tráfico, acompañado de un amigo en similares condiciones de inestabilidad funcional, tras una noche loca, gritándole una y otra vez a la farola que le abran la puerta, hasta que su compañero de juerga le advierte no del hecho de que aquello no es más que una farola, sino de que parece claro que allí no hay nadie. Entonces, el tipo va y responde con suficiencia mirando hacia arriba que sí, hombre, que sí hay alguien, ¿no ves que hay luz? Ni el cambio de farolas previsto en la Alameda de Málaga, con su incomprensible inversión innecesaria, impide que te rías.

Desurbanificar Urbanismo

A algunos ciudadanos ese farolear inexplicable les parece una infracción urbanística que, por supuesto, preferirían no tener que pagar con sus impuestos, tasas, etc. Así que, como hay que velar por la saturada Gerencia de Urbanismo, con miles de expedientes prescritos o atorados, para que se desahogue un poco, todos deberíamos seguir el delatórrico consejo del alcalde De la Torre y procurar no cometer infracciones urbanísticas. Pero incluido el Ayuntamiento, con sus inventos, y dejarse de costosos farolicidios (uno de esos palabros que no existe, pero que se cometen). Al menos hasta que la gerencia se desurbanifique (palabrillo que sé que tampoco existe, pero que se comprende bien y cabrea más).

De Farola

También ha tenido su gracia esta semana el pequeño empellón que le dio ayer el candidato socialista del Ayuntamiento, Daniel Pérez, al consejero de Fomento, Felipe López, cuando le presentaba durante un desayuno-coloquio de la Tribuna Andalucía en el Hotel Miramar. Consejero -le dijo sin afeites ni vaselina dialéctica-, el metro o el Cercanías deben llegar al PTA. Bien. Pero sonó parecido a cuando pidió que la controvertida torre catarí en el morro (o, si quieren, el proyectado hotel del puerto en el dique de Levante) tuviese menos altura que la prevista -una altura que ya anda variando al alza- y la Junta le respondió al día siguiente que estudiaría algunos metros menos. Más inmediato aún esta vez, el psicólogo, tenista, dialéctico consejero López le respondió que lo del metro no lo ve, pero que el Cercanías habría que estudiarlo y que, en todo caso, se van a hacer ya mejoras en los accesos por carretera para paliar los colapsos en horas punta del parque tecnológico. Todo estudiadito. Daniel Pérez no iba de farol, pero tampoco de Farola.

Maxín Cristiano

En su charla, el consejero dijo comprender la queja del alcalde por la herida abierta, enquistada, del tramo de obra del metro que va desde la estación María Zambrano hasta el Guadalmedina, prácticamente en el centro de la ciudad. Y es que en eso el alcalde tiene más razón que Kant y los malagueños tenemos más paciencia que Job. López recordó el cambio de concesionaria y la vuelta al tajo por fin en ese tramo. Después, el consejero le dedicó al alcalde esta frase: De la razón como esperanza -precisamente de la veleña Zambrano-, para dejarle claro que en la inversión prevista de 45 millones para llevar el metro al Hospital Civil quien lleva razón es él, porque es algo acordado en 2013 que afecta a las obligaciones creadas con terceros. Algunos esperábamos que el alcalde, que ya había tenido una agarrada de forma algo extemporánea con el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, en la presentación del programa de la OFM, también se iba a agarrar con López. Pero en ese momento alguien me dijo que Ronaldo había aceptado 2 años de prisión y pagar casi 19 millones de euros para que Hacienda no se lo lleve al huerto. Huerta es Minimín, pensé, al lado del verdadero Maxín, Cristiano. Y no es otro chiste, lo del exministro más breve de la democracia.

De López a Lopetegui

Ayer, cuando envié esta página de sábado al periódico, todavía no había empezado a jugar la selección hispano-malagueña contra Portugal. Digo que la selección es malagueña porque, algo huérfana después de que Rubiales dimitiese a Lopetegui (por ser más del Madrid que de todos, creo), dos de sus puntales son de esta tierra, el costasoleño Isco en el centro del campo y el veleño Hierro, dónde, en la picota. Esta semana también han dimitido al presidente de El Corte Inglés. Y Rajoy ha dicho que dimite de su escaño y se va. Lo único que permanece son las natas de nuestras playas. Aunque las natas ya no se llaman así, sino ‘agregados flotantes’. Me refiero al resultado de los estudios de la facultad de Ciencias de la Universidad de Málaga. Tras un año examinando las muestras recogidas se ha llegado a la conclusión de que las famosas natas que se generan en la orilla de nuestras playas, ni son caldo del puchero ni son tan fieras como pintan. La mitad de su composición son algas y la otra mitad minerales. ¿Minerales? Ojalá hoy haya ganado España... Porque hoy es sábado.