Parece haber sorprendido todavía a algunos la existencia de nostálgicos de la dictadura franquista en los altos mandos, en su mayoría por fortuna ya retirados, de nuestro Ejército.

Incluso en países donde el fascismo fue derrotado por las armas como Alemania salta todavía de vez en cuando algún escándalo relativo a la existencia de filonazis en sus filas.

¿Cómo no iba a haber ultras aquí, donde un general felón ganó una guerra fratricida y pudo gobernar hasta su muerte en la cama gracias al apoyo sin fisuras de las Fuerzas Armadas?

Lo más indignante para muchos es que entre esos franquistas irredentos que han decidido salir a la luz pública una vez pasados al retiro haya quienes ocuparon puestos de máxima confianza política ya en democracia.

¿No conocían los gobiernos que los nombraron cuál era su pensamiento? ¿No temieron que pudieran un día hacer una nueva intentona como aquel infame disparate conocido como el Tejerazo?

Y aunque no lo temieran, ¿no había otros altos mandos del Ejército más dignos de la confianza de unos gobiernos democráticos? Más de un ministro de Defensa tendría que dar explicaciones.

Pero igual de preocupante es que algún militar de baja graduación firmante de un manifiesto opuesto al que publicaron aquéllos pueda ser castigado ahora por haberse adherido a ese escrito de repulsa del franquismo.

Y que tenga razón, y no exagere, el impulsor de este segundo texto, un capitán de navío retirado, cuando denuncia que «los altos mandos de los Ejércitos son franquistas» y que por miedo nadie ha hecho nada por evitarlo.

Es ciertamente posible democratizar las instituciones. Ha ocurrido también entre nosotros. Pero más difícil, aunque imprescindible, es educar en un espíritu democrático a quienes las integran.

No deja de ser en cualquier caso significativo que esos ex jefes militares hayan optado por meter ruido precisamente cuando el Gobierno socialista parece por fin decidido a sacar al Caudillo del Valle de los Caídos.

La noticia de la apertura de la tumba para el traslado de los restos de Franco a algún otro lugar menos público y divisivo dará sin duda la vuelta al mundo y hará preguntarse a muchos cómo es posible que haya habido que esperar para ello tanto tiempo.