Fiestas inhumanas

En las fiestas se destapan y agigantan a veces los peores instintos de nuestra especie. Así el matar personas, como los gladiadores del circo romano, barbarie repetida e incluso agigantada no hace demasiado tiempo contra brujas y herejes, desahogo al que se añadía en ocasiones una corrida de toros; tortura y muerte de animales en que a veces también son heridos y muertos los toreros, tras lo que aumenta la asistencia del ‘respetable’ público.

Hoy, junto a la ya tan decadente ‘fiesta nacional’ disminuyen mucho también las tradiciones festivas de torturar e incluso matar cabras, patos, pavos, gatos, etc. Parecería incluso un relativo progreso una nueva fiesta que consiste en destrozar ‘sólo’ 145.000 kilos de tomates, como la semana pasada en Buñol. Pero, por más que se quiera disfrazar de que no son comestibles, esa Tomatina sí constituye un inmenso menosprecio y tortura para no pocos de los centenares de millones de desnutridos a los que ya llega de alguna manera información sobre esa gigantesca gamberrada, prohibida durante muchos años en su mismo pueblo y en algunos de los países más sensatos en que se ha intentado imitar.

Juan Gómez Vadill. Torremolinos