Cada vez me indigno más en las gradas y prefiero sufrir en los banquillos que observar determinados comportamientos «absurdos» procedentes de adultos nerviosos y descontentos.

El pasado fin de semana, unos señores se dedicaron a aplaudir y ridiculizar a los árbitros cuando éstos pitaban una falta a favor de su equipo. Muy mal lo deberían estar haciendo «los árbitros» al ir perdiendo su equipo por 30. Todos nos equivocamos y dedicamos muchas horas a nuestra vida laboral, ¿os imagináis a un grupo de personas siempre atentas a nuestros errores insultándonos y riéndose de nosotros? Sería un sin vivir€ Además, estos señores «graciosos» estaban sentados con niños, sin pensar (espero) en el ejemplo y en lo que uno es capaz de hacer cuando pierde sin saber por qué. En ocasiones no sabemos por qué no nos salen las cosas, aun así, lo mejor y más sencillo es seguir intentándolo y preguntar a los expertos.

Vamos a dejar a los árbitros trabajar, aprender y equivocarse, sobre todo en ligas no profesionales donde lo que debe premiar es la educación por parte de los entrenadores, jugadores y familias. Nos pueden molestar determinadas decisiones, pero no habrá razón para INSULTAR O RIDICULIZAR.

Saber enfadarse con respeto y educación es algo tan importante como saber las normas del baloncesto.

*Alba López es psicóloga deportiva y entrenadora