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Perdidos y encontrados

40 años sin Vox pero con botox

Siento alivio. Cada vez que alguien se expresa con libertad, esté de acuerdo o no con lo que exprese, siento alivio. Lo políticamente correcto nos ha estallado por las costuras, que siempre están en los extremos de la sábana bajo la que retozábamos demasiado adormilados. Por eso el estridente despertador que nos ha despertado es de la marca Vox. Así que ahora tenemos una sociedad moderna con voz y voto, pero también con Vox y Botox.

Hoy se cumplen 40 años de aquel 6 de diciembre en el que felizmente votamos la Constitución. Pero también se cumplen de que en Andalucía comenzase en periodo constituyente la gobernanza del mismo partido en la aún no creada Junta hasta las elecciones del domingo pasado.

El socialista Plácido Fernández Viagas era ya presidente de la Junta Preautonómica andaluza en mayo de ese mismo año de 1978. Se le eligió en la Diputación de Cádiz en vez de al candidato Jaime García Añoveros, de la extinta UCD que gobernó por primera vez España, con Suárez como presidente, tras la muerte del dictador Franco. La UCD había optado por contradecir el viento del pueblo andaluz que el 4 de diciembre de 1977, un año antes, clamó por su autonomía en igualdad con las denominadas comunidades históricas, lo que se tradujo posteriormente en la vía del artículo 151 de la aún no refrendada Constitución, en vez del artículo 143 que la UCD pretendía para Andalucía. El PSOE tampoco mostraba entusiasmo por aquella 'vía rápida' de acceso al autogobierno constitucional, pero tuvo en Rafael Escuredo un defensor sin fisuras de aquella autonomía política para los andaluces. Como lo fue Clavero Arévalo en el seno de UCD hasta el punto de que terminó fundando su propio partido 'nacionalista', al que llamó Unidad Andaluza.

Fernández Viagas dimitió en junio de 1979, año clave para la conformación de las instituciones actuales ya amparadas por la Ley Magna. De su breve mandato nos han quedado el Día de Andalucía y otro 4 de diciembre (esta vez sin la injusta sangre derramada de nadie, como en 1977 se derramó la del llorado Manuel José García Caparrós). El 4 de diciembre de 1978 se firmó el Pacto de Antequera. Se trataba de que los 11 partidos y plataformas políticas que se iban a presentar a las primeras elecciones autonómicas andaluzas, ya como tales constituidas, exigiesen la autonomía plena para esta tierra.

A Fernández Viagas, como muchos recordamos y otros ni saben, le sustituyó como presidente ya de la Junta Rafael Escuredo (que, pese a sus diferencias en el seno del PSOE con el que sería el primer presidente socialista español de la democracia, había fundado bufete en Sevilla con Felipe González y otros jóvenes abogados que también serían personalidades políticas). Escuredo dimitió en 1984 y ocupó su despacho presidencial José Rodríguez de la Borbolla, Pepote. Desde 1990 el también socialista Manuel Chaves se mantuvo en la presidencia de la Junta durante diecinueve años, hasta que, tras ganar de nuevo las elecciones de 2008, se fue al año como tercer vicepresidente al Gobierno central con Zapatero. En 2009 le sustituyó en la presidencia José Antonio Griñán, que se presentó a las siguientes elecciones andaluzas de 2012. Aunque las ganó el PP por primera vez, Griñán gobernó con el apoyo de IU. Pero también se fue de la Junta sin terminar su mandato. Tanto en la partida de Chaves como en la suya pesaron los ERE, los desencantos, el lastre acumulado bajo el casco de una nave andaluza que nunca alcanzaba la velocidad de crucero. Su delfín, por primera vez, tuvo nombre de mujer: Susana Díaz.

Todo parece apuntar que, tras perder Díaz las Primarias del PSOE contra su íntimo -más enemigo que amigo- Pedro Sánchez («Tu problema no soy yo, Pedro, eres tú, eres tú») y no haber conseguido sumar para su partido, el PSOE andaluz (por primera vez en estos cuadrados cuarenta años) los escaños suficientes para su investidura -ni con la izquierda ni con Ciudadanos, formación que la apoyó en el gobierno de la Junta en 2015-, la alternancia que los otros andaluces anhelaban con paciencia democrática ya está aquí. Aunque no llueva a gusto de todos y la vida siga siendo un reto permanente que contextualizar. Feliz 40 aniversario.

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