Escribo del asunto con dudas, pues el uso y abuso del término a lo mejor lo que pide es usarlo menos. Digamos sólo que el fascismo es un virus del que todos, sin excepción, somos portadores, aunque sólo se activa en determinadas circunstancias y en según qué cuerpos. De ahí que su aparición masiva, como la del estafilococo en una tarta un día de verano, suela sorprender. El fascismo es siempre defensivo, o sea, reaccionario, regresivo. Técnicamente la regresión es a un modelo vertical de sociedad, en el que la ley del mando sustituye a la de la voluntad popular, y la de la fuerza a la del derecho. Emocionalmente supone un predominio de las pasiones sobre la razón, y, en el plano instrumental, de la violencia sobre la palabra. Sin esos ingredientes no hay fascismo, y sólo cabría hablar de brotes, amagos, tics. Hay que distinguir, porque no hacerlo es también propio del fascismo.