Lo que decían de las conferencias en Madrid, se puede aplicar hoy en Málaga: o estás con gripe o la estás incubando, como si fuera una nueva cita electoral. No hay vacuna que valga contra las nuevas elecciones generales, el remedio de intentar sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado no termina de funcionar y que los movimientos de concesión -vistos y no vistos, click en el Sí a todo de los peticionarios habituales - son como si a la primera tos nos quisiéramos abonar al zumo de naranja, que tiene muchas vitaminas: ya es tarde, abónese a los pañuelos de papel. Si se confirma una ciclogénesis electoral masiva en el 2019, la epidemia no nos va a dejar indiferentes. Siempre nos parece que, en esta ocasión, la hemos agarrado más fuerte que en la anterior, como siempre nos parece que hace más frío, más calor, más ruido, pero la que se avecina puede ser de poca broma. Hay quienes ya están amueblando la trinchera y pidiendo wifi como en las películas bélicas se pide un sanitario, que los cordones sanitarios no se hacen solos; otros ya están en el ensayo de apretar manos, besar niños y dar palmadas en la espalda, esa costumbre tan española de matar a golpes poco a poco, y buscando el mejor perfil para la foto. Supongo que ya se estarán elaborando los programas electorales, que luego con las prisas no nos da tiempo a creerlos. Y sobre los pretendientes, habrá para algunos, no para todos, y esos algunos, como decía Neruda, ya no serán los de entonces.

Para los ciudadanos, paciencia y reposo, que no hay remedios mágicos. Para los autónomos, trabajo y paciencia, porque nunca hay reposo. Los dolores de cabeza, zumbidos en los oídos y subidas de temperatura hay que darlos por amortizados, para que nos dejen inmunizados y nos toque una temporada tranquilos, que no todo va a ser votar, como diría Krahe.